PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
21 de Agosto de 2016
Domingo de la Vigésima Primera Semana Durante el Año
Lecturas:
Isaías 66, 18-21 / Salmo 116, 1-2 Vayan por todo el mundo y anuncien el
Evangelio / Hebreos 12, 5-7. 11-13
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 13, 22-30
Jesús iba
enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén.
Una persona le
preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?»
Él respondió:
«Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán
entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la
puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo:
"Señor, ábrenos". Y él les responderá: "No sé de dónde son
ustedes".
Entonces
comenzarán a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en
nuestras plazas". Pero él les dirá: "No sé de dónde son ustedes;
¡apártense de mí todos los que hacen el mal!"
Allí habrá llantos
y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los
profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos
de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el
banquete del Reino de Dios.
Hay algunos que
son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán
los últimos».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Los creyentes en
Dios –en que «es inquebrantable su amor
por nosotros» (Sal)- en palabras de
Él, «anunciarán mi gloria a las naciones»
(1L), lo que hace cada uno de los que «produce frutos de paz y de justicia» (2L), con lo que aseguran ser acogidos en el
corazón del Padre, o, según la metáfora de Jesús «en el banquete del Reino de Dios» (Ev).
¿Qué nos
identifica como cristianos?
¿Cancelar
el 1% o el diezmo en la iglesia?
¿Asistir al
culto semanal?
¿Conocer a
la perfección el listado de los mandamientos?
Pero, ¿será
posible que a quienes hagan todo esto, el Señor, en el momento definitivo, les
llegue a decir: «No sé de dónde son ustedes»?
Al parecer
sí, ya que, si hemos prestado suficiente atención a su Palabra y su accionar,
sabríamos que el criterio seleccionador para ocupar un lugar en «el banquete
del Reino de Dios» no será ninguno de los anteriores.
Por lo
tanto, si nos interesa estar entre los que “se salvan”, bien podríamos hacer
todo lo anterior –si es que nos parece coherente, importante y necesario-,
pero, más que preocuparnos de eso, advirtamos que Jesús quiere que nos ocupemos
de evitar, lo que llama la puerta ancha, que es la que podemos identificar como
aquella que facilita y felicita “el mundo”: la del ansia por el éxito a
cualquier costo; la de la priorización de la propia comodidad egoísta; la de
considerar a los otros como competidores por los espacios o cargos; la de
caminar la existencia con un individualismo que es indiferente a los dolores y
necesidades de otros; la de dejarse guiar en la toma de decisiones
preferentemente por criterios de materialismo consumista…
Porque
todas esas actitudes, al hacerse los desentendidos respecto a los pesares de
los otros hijos de Dios, o, peor aún, al ser causante de estos, los ponen entre
aquellos que «hacen el mal».
Para
quienes se hayan entusiasmado con el proyecto del Reino que comenzó Jesús,
queriendo
cambiar esa realidad que endurece corazones y oscurece el alma
luminosa que puso en nosotros el Creador, es decir, para quienes desean
identificarse como seguidores de Cristo o cristianos (que debiésemos entender
como ser otros Cristos en los lugares y circunstancias en que nos encontremos),
él hace la invitación a tratar de «entrar por la puerta estrecha», esa
que implica más esfuerzo, pero que, por lo mismo, regala más satisfacciones, al
ayudarnos a descubrir que somos capaces de superar esos obstáculos; esa que se
asemeja a su estilo de vida, el cual le dio plenitud a él y que puede dárnosla
a nosotros; esa que se manifiesta en acciones concretas de cara a los hermanos
de humanidad, especialmente cercana a los más desfavorecidos, lo que en algún
momento Jesús señaló con estos ejemplos: dar de comer a quienes tienen hambre;
dar de beber a los sedientos; alojar a quienes se encuentran de paso; vestir a
los desnudos; y visitar a enfermos y presos, anunciando que serán quienes
manifiesten esa misericordia activa quienes finalmente escucharán: «vengan,
benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado
desde el comienzo del mundo» (Mt 25,31ss.).
Que
aprendamos a ser “últimos”, es decir servidores, para llegar a ser “primeros”
en semejanza a tu estilo de Hijo muy querido del Padre misericordioso, Señor.
Así sea.
Aprendiendo con Paz, Amor y Alegría en el
corazón, a vivir como discípulos del Profeta de la misericordia de Dios,
Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario