miércoles, 14 de septiembre de 2016

Seguidores del defensor de los pobres



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
18 de Septiembre de 2016
Domingo de la Vigésimo Quinta Semana Durante el Año

Lecturas:
Amós 8, 4-7 / Salmo 112, 1-8 ¡Alaben al Señor, que alza al pobre! / Timoteo 2, 1-8

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  16, 1-13
    Jesús decía a los discípulos:
    «Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Que es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto".
    El administrador pensó entonces: "¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!"
    Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: "¿Cuánto debes a mi señor?" "Veinte barriles de aceite", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez".
    Después preguntó a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" "Cuatrocientos quintales de trigo", le respondió. El administrador le dijo: "Toma tu recibo y anota trescientos".
    Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
    Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
    El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
    Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero».
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
El  Maestro privilegió a los pobres en su actuar: «Este es el testimonio que Él dio a su debido tiempo» (2L). Es que no hay espacio para la duda: Dios «levanta del polvo al desvalido, alza al pobre de su miseria para hacerlo sentar entre los nobles de su pueblo» (Sal) y amenaza a quienes abusan de ellos: «Jamás olvidaré ninguna de sus acciones» (1L). Quienes nos sentimos amigos de Jesús, entonces, debiésemos saber que «servir a Dios» (Ev) es servir al pobre.
Jesús es profeta del Dios Vivo, profeta de su misericordia. Y, como buen profeta, defensor de los pobres.
¿Qué decían sobre esto los profetas del Antiguo Testamento?
«El Señor entabla un pleito contra los ancianos y los príncipes de su pueblo. "¡Ustedes han arrasado la viña, tienen en sus casas lo que arrebataron al pobre! ¿Con qué derecho aplastan a mi pueblo y trituran el rostro de los pobres?" -oráculo del Señor de los ejércitos-» (Isaías 3,14-15)
«Así habla el Señor: Por tres crímenes de Israel, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque ellos venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisotean sobre el polvo de la tierra la cabeza de los débiles y desvían el camino de los humildes» (Amós 2, 6-7).
«Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo".
El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.»
(1L).
A Juan Bautista, antecesor y, probablemente, ejemplo de Jesús en muchas de sus opciones y enseñanzas, cuando le preguntan qué se debe hacer en concreto para seguir el camino de conversión que anunciaba, responde: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto… No exijan más de lo estipulado… No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo» (Lc 3,11-14).
Resumiendo, podemos decir que un auténtico profeta denuncia los atentados contra el prójimo, sobre todo aquellos inspirados en el afán de dinero: las diferencias escandalosas entre ricos y pobres, la opresión que sufren los débiles: la usura, la colusión, el cohecho...
Una sociedad que no corrige esto, o, en otras palabras, no escucha a sus profetas (los enviados de Dios) anda por mal camino y terminará peor.
El profeta Jesús en el Evangelio reconoce y respeta los Mandamientos, pero va más allá de ellos: no sólo no robarás ni codiciarás los bienes ajenos (Dt 5, 19.21), sino que compartirás tus bienes: «si quieres ser perfecto, le dijo Jesús, ve, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres: así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme(Mt 19,21).
En ese contexto, el Maestro hoy nos señala: «No se puede servir a Dios y al Dinero». Porque sabe que el dinero, al contrario del Padre, es un dios falso e injusto, que ahoga la Palabra (Mt 13,22), obstruye la confianza en el Señor (Lc 12, 16-21), y abre abismos inhumanos entre ricos y pobres (Lc 16, 19-31)...

Por ello, en la primera comunidad cristiana, modelo de todas las que vendrían posteriormente, como fiel reflejo de las enseñanzas de su Señor, nadie se aferraba a sus bienes (Hch 4,32), vivían unidos y tenían todo en común; vendían lo que tenían y repartían las ganancias, de acuerdo a las necesidades de cada uno (2,44-45). Es decir, entendían la auténtica comunión como un compartir los bienes, por lo que no había pobres entre ellos.
Nuestras comunidades y cada uno de nosotros, entonces, ¿podríamos decir que buscamos crecer en generosidad, para no actuar como los adoradores del dios dinero-consumo-explotación, sino del Dios Padre de todos, quien tiene un cariño y preocupación especial por los más pobres?

Que podamos asemejarnos, cada vez más y cada vez mejor, a ti en tus actitudes y opciones, Señor, profeta del Dios bueno, quien ama preferentemente a los más necesitados de bienes y de cariño. Así sea.

Buscando ser parte de la Buena Noticia de la Paz, el Amor y la Alegría para los pobres y humildes,
Miguel

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