miércoles, 26 de octubre de 2016

¿Convertidos al Evangelio, viviendo como hijos de Dios?



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
30 de Octubre de 2016
Domingo de la Trigésima Primera Semana Durante el Año

Lecturas:
Sabiduría 11, 22—12, 2 / Salmo 144, 1-2. 8-11. 13-14 Bendeciré al Señor siempre y en todo lugar / II Tesalonicenses 1, 11—2, 2

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  19, 1-10
    Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
    Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
    Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Se ha ido a alojar en casa de un pecador». Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: «Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más».
    Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
El Apóstol tiene la esperanza de que a sus hermanos «Dios los haga dignos de su llamado» (2L), esto es, que se esfuercen por ser como Él, que es «bondadoso y compasivo, lento para enojarse y de gran misericordia» (Sal), y sin dejarse influir por los prejuicios de los demás para que pueda llegar la salvación a todos (Ev). Esto, debido a que somos hijos de quien se dice: «Tú te compadeces de todos […] Señor que amas la vida» (1L).
Este día vemos una nueva ocasión en que el Dios de la Vida, por medio de su profeta de la misericordia, Jesús, continúa ofreciendo gratuita y generosamente su perdón.
En aquel tiempo, los conquistadores romanos obligaban a los judíos a pagar impuesto sobre la tierra, algo que les parecía un insulto a Dios, a quien consideraban el dueño último de ésta. Pero, si ya era suficientemente odioso tener que pagar esos impuestos, mucho peor era que se les ayudara a cobrarlos. Los que desempeñaban esa función eran los publicanos. Como si fuera poco, además, aumentaban los valores discrecionalmente para acrecentar sus propias ganancias y, más aún: para su función disponían de gente armada que obligaba a los morosos, los que también aprovechaban para extorsionar a los más débiles.
Es decir, eran personas extremadamente detestadas, por ello no participaban del culto; eso y otras cosas, hacían que fueran considerados entre los mayores pecadores (recordemos el evangelio de la semana anterior).
Zaqueo era peor considerado aún, por ser jefe de estos.
Sin embargo, para Jesús «también este hombre es un hijo de Abraham», es decir miembro del pueblo elegido por Dios.
Y, ya sea que algo supiese de él antes, o debido a la disposición que manifestó por querer verlo contra las dificultades, una vez más actúa como lo haría su Padre, de quien el salmista dice: «tú no desprecias el corazón contrito y humillado» (Sal 51,19), ya que se conmueve y tiene un gesto que rompe con el desprecio de los demás: ir a compartir techo y convivencia, pese a lo que se pensaba de él.
Zaqueo, por su parte, también es conmovido por su misericordia activa, hasta el punto que muestra una conversión profunda de su vida; una en sintonía con las enseñanzas de su nuevo Maestro: «voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres» y, llevando los gestos concretos más allá de lo que se podía esperar, agrega: «si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más»
Acumular y no compartir es una enfermedad; quien la padece está perdido. Ese cambio rotundo, pues, trajo la salvación a la casa del publicano.
Concluyendo, entonces, podríamos decir que, mirando a Zaqueo, si nos hubiésemos convertido realmente al Evangelio seríamos mucho más generosos con nuestros bienes y buscaríamos reparar más injusticias; y, por otro lado, mirando a Jesús, podríamos asumir que si actuásemos como hijos de Dios (que lo somos), buscaríamos ser mucho más portadores de misericordia, acercándonos con cariño a los despreciados y marginados.

Que, como Zaqueo, busquemos vencer las dificultades que nos impidan acercarnos a tu misericordia, Señor, y que, después, seamos “sicomoros” que ayudan a otros a verte. Así sea.

Buscando con mucha Paz, Amor y Alegría en el corazón, ser misericordiosos, cercanos y amistosos con todos, especialmente con los marginados,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Un rey de verdad

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 24 de Noviembre de 2024                           ...