miércoles, 16 de noviembre de 2016

No es lo mismo reyes que Reino



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
20 de Noviembre de 2016
Jesucristo, Rey del Universo

Lecturas:
II Samuel 5, 1-3 / Salmo 121, 1-2. 4-5 ¡Vamos con alegría a la Casa del Señor! / Colosenses 1, 12-20

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas    23, 35-43
    Después de que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: «Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!»
    También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: «Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!»
    Sobre su cabeza había una inscripción: «Éste es el rey de los judíos».
    Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
    Pero el otro lo increpaba, diciéndole: «¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que Él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero Él no ha hecho nada malo».
    Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino».
    Él le respondió: «Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso».
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Donde «está el trono de la justicia» (Sal) se encuentra «el Mesías de Dios, el Elegido» (Ev), que es «Imagen del Dios invisible» (2L), hecho hombre para que fuese posible que el Reino de la Verdad y la Alegría para todos comience a hacerse presente desde ese momento hasta cuando regrese en majestad.
La Iglesia Católica termina su año regular con esta fiesta que busca celebrar la realeza de Cristo. De esa manera, la semana siguiente comienza el nuevo año litúrgico con el Tiempo de Adviento.
El texto de este día nos cuenta que la inscripción en la cruz habla de «el rey de los judíos»; por su parte, el crucificado más lúcido que se encuentra junto a Jesús, le manifiesta su esperanza para el momento «cuando vengas a establecer tu Reino».
Aunque parecen apuntar al mismo concepto, si hacemos contraste con lo que nos enseña la Biblia, podríamos ver que existe una gran diferencia.
¿Qué nos dice acerca de cómo fueron los reyes de su pueblo?
El primero de todos, Saúl, era capaz de ser cruel con su propio ejército, porque lo considera necesario para lograr vengarse de sus enemigos (cf. 1 Sm 14,24), llegando al punto de hacer que su propio hijo exclame: «Mi padre ha traído la desgracia al país» (v.29).
El siguiente rey, el más grande de su historia, con el cual se identificaba al Mesías, David, usó su poder para conseguir una mujer casada, enviando a la muerte en batalla a su esposo (cf. 2 Sm 11).
El tercer rey, el famoso Salomón, el sabio, mal usó su rango para llegar a tener un harem de 700 esposas y 300 concubinas (1 Rey 11,3).
Y así sucesivamente, se confirma, nuevamente, que «Los reyes de las naciones dominan sobre ellas» (Lc 22,25) cometiendo muchos abusos, aunque éstos que recordamos fueron escogidos por el mismo Dios. Cabe recordar el conocido y confirmado aserto: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

El Reino, por otro lado, es humilde y pequeño como una semilla, que tiene dentro de sí la potencia para llegar a convertirse en un gran árbol (cf. Mt 13,31-32); además, estas semillas, dependiendo de la acogida que tengan –sin obligar a nadie- pueden o ser infecundas o llegar a producir fruto abundante, «ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno» (Mt 13,18-23); o también el Reino se asemeja a una realidad que actúa silenciosamente, como el poco de levadura que es capaz de fermentar a toda la masa (Mt 13,33).
Jesús anuncia, representa y encarna el Reino de Dios, ese Reino que no es opresivo, como el de los poderosos de la tierra, sino cariñoso y servidor, como el Señor del Cielo. Él inauguró un nuevo tipo de relaciones entre las personas y con el universo entero, basadas no en la opresión, sino en el respeto mutuo, en el cariño y cuidado de unos por otros.
¿A qué tipo de rey veneraremos en esta fiesta y en nuestra vida? ¿Cuál sería la manera correcta de hacerlo?

Que nos unamos en alabanza a ti, Señor, rey del Reino del Amor, buscando servirte sirviendo, a nuestra vez, con cariño a nuestros hermanos. Así sea.

Buscando con mucha Paz, Amor y Alegría en el corazón, servir al único Rey, quien se entrega para servir a los demás,
Miguel

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