miércoles, 28 de junio de 2017

Cargar cruces como la Suya



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
2 de Julio de 2017
Domingo de la Décimo Tercera Semana Durante el Año

Lecturas:
II Rey 4, 8-11. 14-16 / Salmo 88, 2-3. 16-19 Cantaré eternamente el amor del Señor / Romanos 6, 3-4, 8-11

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    10, 37-42
Dijo Jesús a sus apóstoles:
    «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
    El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí.
    El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
    El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a Aquél que me envió.
    El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
    Les aseguro que cualquiera que dé a beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa».
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Jesús es buena noticia para los pobres y conflictivo para quienes provocan la pobreza o se han acostumbrado a que algunos sufran. Él pide tomar partido (Ev), que «llevemos una Vida nueva» (2L), distinta a la de los injustos e indiferentes. Quien se suma a su plan, es considerado por los pequeños «un santo hombre de Dios» (1L). Esa es la parte buena de la novedad del Reino, la que llevara a que los marginados y abusados de nuestra sociedad «se alegrarán sin cesar en tu Nombre» (Sal).
Cruces y crucecitas
Hoy los cristianos, en general, llamamos la atención, a nivel masivo, por ser celosos defensores de la vida antes del nacimiento; también por cierto moralismo que juzga el comportamiento, especialmente sexual, de los demás; además, por algunos ritos y festividades como la Semana Santa, las mandas, sumadas a un sentimiento permanente de culpa.
Y, lamentablemente, poco más…
Tomar la cruz y seguir a quien terminó su vida crucificado no es algo superficial. Para eso nos falta bastante. Y la humanidad lo necesita y lo resiente.
Sería muy adecuado que recordemos por qué tipo de actitudes u opciones se conocía a Jesús. Muchas muy poco parecidas a las anteriormente descritas…
Él muestra sentir que otro mundo es posible: uno en el cual todo ser humano es igual en dignidad y derechos. Y, además, que todo ser humano está llamado a reconocer al otro como hermano y a tratarlo como tal.
Porque para su Padre, que es el Padre de todos, no puede ser de otra manera.
Veamos un ejemplo.
Como sabemos, en su tiempo, la oveja era un valioso medio de producción. El Maestro se encuentra con esta situación: había un hombre que tenía la mano paralizada y era sábado. Tengamos presente que, en la concepción religiosa de su tiempo, la enfermedad es fruto del pecado y el sábado es el día sagrado. Entonces, los fariseos, "para poder acusarlo" lo interrogan sobre la pertinencia de sanar en sábado.
Ellos entienden, por cierto, que el enfermo no sirve para nada, no es productivo, mucho menos que una oveja.
Entonces, el Maestro razona de la siguiente manera: «¿Quién de ustedes, si tiene una sola oveja y esta cae a un pozo en sábado, no la va a sacar? ¡Cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, está permitido hacer una buena acción en sábado» (Mt 12,11-12)
La reacción de quienes valoran más lo material fue que «los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él» (v. 14)
Otro ejemplo lo encontramos en sus opiniones y acciones en el tremendo tema de la pobreza.
«Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre!» (Lc 6,20. 24-25)
A él no puede parecerle dichosa la pobreza por sí misma, sino la reacción que ésta debiese provocar en sus seguidores: ponerse del lado de los pobres, luchar, trabajar para que no predominen los criterios del mundo, de tal manera que, como en el ejemplo anterior, nada esté antes que la dignidad humana: ni una oveja ni un montón de dinero.
La reciente campaña del Hogar de Cristo en Chile parece ir en esa línea. Advierten: “Nacer y crecer en pobreza es la más profunda vulneración de los derechos humanos” y, a continuación, llama a reaccionar: “Indígnate/involúcrate”
Eliminar la injusta pobreza, porque existe la injusta riqueza no es fácil, porque cuando se intenta igualar y compartir se genera la reacción hasta violenta de los privilegiados. Probablemente a eso se refería Jesús unos pocos versículos antes de este evangelio cuando dice: «No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada» (Mt 10,34): la espada, por cierto, de los poderosos contra quienes quieren que haya vida en abundancia para todos; no para unos pocos.
Hacer el bien, dignificar a los pequeños, defender a los marginados, es asemejarse a Jesús y probablemente hará que los privilegiados reaccionen mal. Para esas situaciones es su mensaje: «el que pierda su vida por mí (“por mi estilo, por mi forma de ver la vida”), la encontrará». Quien la “pierda” –en el sentido de “gastarla, usarla”-, consigue encontrar una vida más plena, porque no se quedó en la existencia plana e indiferente, sino que se jugó por algo trascendente, que está en el querer de Dios.
Y cuando después dice: «El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí» debemos entender que no se trata de tomar cualquier crucecita, sino de la misma cruz de Jesús: la que es injusta, porque es impuesta por los injustos a todos aquellos que se atreven a seguirlo tras sus pasos dignificadores y humanizadores.
Esa es la única que hace dignos de utilizar el nombre de cristianos.

No es fácil. Nadie dice que lo sea. Pero sólo aquellas son las cruces que terminan en resurrección, ya que todo lo bello y lo bueno proviene de vencer dificultades antes. Eso mismo lo hace más valioso. No en dinero, privilegios ni honores mundanos. Es «la recompensa de un justo»: dignidad, y el amor del Padre Dios, debido a que «el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente […] porque Dios ama al que da con alegría» (2 Cor 9,6-7).

Que sepamos descubrir las cruces que se van poniendo en nuestro camino y, luego, comunitaria, valiente y alegremente, podamos asumirlas, caminando tras tus pasos humanizadores, Señor. Así sea.

Buscando con mucha Paz, Amor y Alegría, asumir las cruces que nos corresponden por intentar vivir según la Palabra,
Miguel

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