PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
18 de Junio de 2017
El Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Lecturas:
Deuteronomio 8, 2-3. 14-16 / Salmo 147, 12-15. 19-20 ¡Glorifica al Señor,
Jerusalén! / I Corintios 10, 16-18
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-58
Jesús
dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.»
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo.»
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente.»
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
El Señor es
providente: «Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del
trigo» (Sal); Moisés, además, reafirma sus cuidados,
recordando la presencia permanente de Dios al lado de su pueblo, ya que «en
esa tierra sedienta y sin agua, hizo brotar para ti agua de la roca, y en el
desierto te alimentó con el maná» (1L), que era
un pan caído del cielo, pero para Jesús, aquello era sólo un símbolo, ya que
afirma: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo» (Ev), lo que hace concluir a Pablo, por su parte,
que: «Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos
un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan» (2L). El objetivo de Dios es la unidad de la
familia humana.
Alimento de Vida para la vida
Los judíos rememoraban con cariño un hecho de
su historia, el cual se transmitían de generación en generación con esperanza y
alegría: durante la sufrida huida de Egipto por el desierto, después de ser liberados
por Dios de la esclavitud, llegó un momento en que padecieron hambre. En esa
difícil circunstancia, una vez más, el Señor intervino, con una bella y contundente
acción: hizo caer una sustancia del cielo, gratuita y generosamente, una
especie de pan al que llamaron “maná”, lo que se transformó en un signo de la
compasión y el amor de Dios por su pueblo.
Este día Jesús les recuerda a sus compatriotas
que aquel alimento, por muy del cielo que viniese, no fue suficiente para
detener el proceso natural que culmina con la muerte. Porque el maná no tenía
entre sus cualidades otorgar la Vida eterna.
Todo esto era necesario aclararlo para
contarles que ahora sí «Este es el pan bajado del
cielo» ¿a cuál
se refiere? A Él mismo, su cuerpo y su sangre, es decir: su esencia, todo lo
que él es, hace, piensa y dice…, prometiendo que «El que coma de este pan vivirá eternamente»
Entonces, dos panes “bajaron del cielo” (venían
de Dios), uno alimentó el caminar de los suyos, pero no fue acogido de manera
sustantiva, más allá de su cualidad física, de manera de permitirle guiarlos a
la Tierra Prometida de la fraternidad universal, como respuesta a la bondad del
Señor; el otro, sigue estando disponible para nutrir nuestra existencia, asimilándose
en nuestro cuerpo, de tal manera que quienes quieran lo pueden hacer parte de
sí –haciendo parte de su vida la vida de Jesús-, lo que se concreta intentando
asemejársele en su actitud compasiva con los dolores y sufrimientos de los
demás, porque, dice él «El que come mi carne y bebe
mi sangre permanece en mí y yo en él».
Todos necesitamos comer y cada vez que lo
hacemos esos alimentos producen efectos en nosotros. Comer del «pan vivo bajado del cielo» produce vida en
quien lo consume y en quienes lo rodean, porque la Vida divina, la Vida eterna,
es tan generosa que desborda nuestros pobres límites. Por ello, alcanza siempre
para más personas y sus efectos no se acaban con la muerte, porque quedan en el
recuerdo y en el amor de quienes fueron partícipes de esas vidas generosas.
Tus actitudes y opciones frente a los demás,
¿de qué demuestran que te estás alimentando?
Que busquemos alimentarnos cada vez más de
aquel Pan Vivo que has puesto a nuestra disposición generosamente, Señor, para
que nuestra vida quiera ser partida, repartida y compartida como hiciste con la
tuya. Así sea.
Buscando con mucha Paz, Amor
y Alegría, el alimento que da Vida plena a nuestras existencias,
Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario