miércoles, 19 de julio de 2017

Sin permiso para prejuzgar



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
23 de Julio de 2017
Domingo de la Décimo Sexta Semana Durante el Año

Lecturas:
Sabiduría 12, 13. 16-19 / Salmo 85, 5-6. 9-10. 15-16 Tú, Señor, eres bueno e indulgente / Romanos 8, 26-27

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  13, 24-30
    Jesús propuso a la gente otra parábola:
    «El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras todos dormían vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se fue. Cuando creció el trigo y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. Los peones fueron a ver entonces al propietario y le dijeron: "Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?"
    Él les respondió: "Esto lo ha hecho algún enemigo."
    Los peones replicaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?"
    "No, les dijo el dueño, porque al arrancar la cizaña, corren el peligro de arrancar también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha, y entonces diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en manojos para quemarla, y luego recojan el trigo en mi granero"».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Cuando vemos actuar el mal a nuestro alrededor le preguntamos a Dios: «Señor, ¿no habías sembrado buena semilla en tu campo?» (Ev), entonces, «El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» (2L), y nos permite creer con alegría y esperanza que «Fuera de ti, Señor, no hay otro Dios que cuide de todos» (1L), porque eres «Tú, Señor, Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarte, rico en amor y fidelidad» (Sal), lo que nos llena de ganas de ser y ayudar a cada vez más personas sean “trigo” y buscar que la “cizaña” en nosotros y entre nosotros, se vaya extinguiendo.
¿Qué hacer con los “malos”?
En nuestro país subyace una actitud discriminadora hacia los demás, en forma social y personal, la que se pretende ocultar, es decir, nadie admite ser racista o segregador, pero no es necesario escarbar mucho para notarla.
No da lo mismo, por ejemplo, qué apellidos se tienen para integrarse a cualquier institución y hasta para postular a un empleo; tenemos que, habitualmente, incluso entre gente humilde, se menosprecia con diminutivos a hermanos de países vecinos, sin conocerlos apenas; por otro lado, como si fuésemos europeos o norteamericanos, mientras más oscuro es el tono de la piel de quien juzgamos, más difícil es que valoremos algo de lo que hacen o dicen. Y, también olvidando nuestros orígenes, ni por asomo, mostramos orgullo, sino más bien vergüenza por quienes tienen ascendencia directa de los pueblos originarios. Sumémosle las constantes burlas que se hace, por parte de los habitantes de las ciudades a los que provienen de áreas rurales. Además, hemos visto que se produce un profundo rechazo a que nuestros colegios sean integrados por niños y jóvenes de distintos estratos económicos…
Peor aún, y siguiendo en el tema del menosprecio a otros, aunque parezcan temas de otros siglos, todavía sabemos de demasiadas situaciones en que las mujeres y los niños (por ser tales) son vulnerados en sus derechos y, como si fuera poco, nuestros ancianos, desechados… etc.
Hubo un monje en la Lima de principios de 1700, al cual, por su origen humilde, no se lo valoraba como a los demás; sin embargo, Martín de Porres, debido a su servicialidad y su ocupación por los pobres es hoy el primer santo mulato latinoamericano.
Se dice que Juan María Vianney no era muy brillante intelectualmente, por lo que le fue muy difícil terminar sus estudios de sacerdote y, una vez consagrado, fue destinado lejos de los grandes centros urbanos, a un pueblo pequeñito donde pasara inadvertido; pero su aguda comprensión del alma humana lo hizo tan famoso que mucha gente viajaba desde todos los rincones de Francia, su país, para confesarse con él. Hoy es el Santo Cura de Ars, el patrono de todos los párrocos.
Se cuenta también la historia de un cardenal conocido por ser simpático y poco más que eso. Los demás purpurados no llegaban a acuerdo sobre quien debía ser el Papa en su momento, por lo que decidieron escoger al agradable obispo Roncalli, ya bastante mayor, para que hiciese un papado de transición, porque no se esperaba mucho de él. Pasó a la historia como Juan XXIII, quien provocó, en su corto periodo, la mayor transformación de la Iglesia Católica en muchos siglos al ser el impulsor del Concilio Vaticano II.
Ellos, y muchos más, por cierto, han sido imprudentemente clasificados entre los innecesarios, los improductivos, tal como sería la cizaña.
Así son nuestros juicios humanos.
Pero sólo el Señor sabe quién es maleza y quién trigo, debido a que «Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón» (1 Sam 16,7)
Él, al crearnos, como con cada cosa que realizó, lo hizo todo bien, por lo que con nosotros sólo usó la mejor semilla. Sin embargo, viendo como marcha el mundo, es normal preguntarse «¿Cómo es que ahora hay cizaña en él?». Esto se debe a que, como Padre bueno que es, a la vez nos dio la libertad para hacer tanto el bien como lo no tan bueno, con la certeza de que, como sembró una semilla perfecta en nosotros, siempre será posible que nos convirtamos y dejemos de ser maleza infértil, para ir siendo, cada vez más y cada vez mejor, trigo bueno que produce el pan abundante de la cercanía solidaria y la misericordia fraterna. De tal manera de ir convenciendo a la humanidad que sólo ese camino lleva a una Vida que merezca llamarse de esa manera.
La única forma de saber cuál será el destino de la semilla-persona, entonces, es no prejuzgarla superficialmente, pretendiendo arrancarla rápidamente, cuando no cumple nuestros estándares, de nuestras comunidades, nuestros espacios, nuestras organizaciones y permitirle, más bien, llegar a ser todo lo que sea capaz de dar.
Todo aquello sin olvidar que nosotros sólo vemos lo externo, por lo que no tenemos ni la habilidad ni el “permiso” de quien decimos que es nuestro Maestro para juzgar las intenciones y convicciones de nuestros hermanos.

Que se nos abra el corazón, para aprender a mirar como tú, Señor. Y, cuando no nos sea posible, que seamos humildes para reconocer nuestras limitaciones y acoger a los hermanos como nos gustaría que nos acogieran a nosotros. Así sea.

Intentando, con mucha Paz, Amor y Alegría, vivir acogiendo, comprendiendo y acercando a los demás,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escoger a Dios y sus caminos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 21 de Septiembre de 2025                          ...