miércoles, 26 de julio de 2017

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PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
30 de Julio de 2017
Domingo de la Décimo Séptima Semana Durante el Año

Lecturas:
I Reyes 3, 5-6. 7-12 / Salmo 118, 57. 72. 76-77. 127-130 ¡Cuánto amo tu ley, Señor! / Romanos 8, 28-30

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo  13, 44-52
    Jesús dijo a la multitud:
    «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
    El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
    El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve.
    Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes.
    «¿Comprendieron todo esto?»
    «Sí», le respondieron.
    Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

Palabra del Señor.

MEDITACION
Como «Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman» (2L), «el Reino de los Cielos se parece» (Ev) a quienes aprovechando que, entre esos dones, ha otorgado: «Te doy un corazón sabio y prudente» (1L), y lo utilizan para captar e intentar vivir su mensaje, de manera de poder sentir que, más que los bienes materiales: «El Señor es mi herencia: yo he decidido cumplir tus palabras» (Sal).
Saber valorar lo bueno de lo nuevo y de lo viejo.
¿Es posible ser cristianos inmisericordes?
Se escucha algunas veces juicios muy duros contra las personas que se suicidan. A menudo provienen de personas que profesan el cristianismo. Su fundamento está en que sólo Dios puede determinar sobre la vida humana. Y tienen razón. Al menos en eso. Lo erróneo es no escuchar los aportes que ha hecho la ciencia al respecto: existen enfermedades que quitan a ese acto la voluntariedad, por lo que, al no ser propiamente una decisión razonada, ni, menos, una especie de rebeldía contra el Creador, un discípulo del profeta de la misericordia, Jesús, no debiese juzgar a esas personas (ni a ninguna otra, de acuerdo a sus enseñanzas, por cierto).
Y, así, muchas disciplinas modernas podrían ayudar a optimizar la experiencia de fe que se tenga. Pero muchos cristianos se aferran a la manera como han conocido que se hacen las cosas siempre, como si fuese la única posible y que, por lo mismo, sería inmejorable.
¿Es posible ser cristianos sin cercanía a los demás?
Se suele comentar que las iglesias cristianas se han quedado atrasadas con respecto a los tiempos que corren (y en algunos casos, también con épocas y pensamientos ya superados varias veces). Y tienen razón. Pero eso no significa que haya que contagiarse con lo peor de nuestras sociedades y abrir paso a la cada vez mayor falta de humanización en las manifestaciones de la fe, promoviendo, como ya se hace, que ante la falta de sacerdotes, se puedan realizar Misas o confesiones virtuales, entre otras “actualizaciones” sugeridas, lo que estaría muy lejos del estilo cercano, hasta físico, que tenía el impulsor de la revolución de la ternura, Jesús, a quien se supone que seguimos.
Es que también existen los que se embriagan fácilmente con los nuevos lenguajes, las nuevas tecnologías: la modernidad como sinónimo de lo único correcto.
Pero ni todo lo novedoso es bueno, ni todo lo tradicional está pasado de moda. Tampoco viceversa, por cierto.
Entonces, podríamos decir que alguien que ame a Jesús y su proyecto, al cual él llamaba «El Reino de los Cielos», buscaría aprovechar lo mejor de «lo nuevo y lo viejo» que haya en sus reservas de experiencias y capacidades -sumadas a aquellas que pueda ir conociendo a lo largo de su vida-, y se pondría en la disposición de quien, «lleno de alegría, vende todo lo que posee», es decir, de quien intenta aprender a deshacerse de lo que le impida vivir según las enseñanzas de su Maestro, que es la manifestación viva del Reino entre nosotros (cf. Lc 17,21)

Que podamos adquirir la sabiduría del Reino, Señor, esa que está abierta a reconocer lo que sirve, lo que da mayor y mejor vida, sin importar la antigüedad o falta de ella que tenga, guiados por tu ejemplo. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, aprender de Jesús a escoger lo apropiado ante cada circunstancia con la sabiduría del Reino de Dios,
Miguel

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