PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
24 de Septiembre de 2017
Domingo de la Vigésima Quinta Semana Durante el Año
Lecturas:
Isaías 55, 6-9 / Salmo 144, 2-3. 8-9. 17-18 El Señor está cerca de aquellos que lo invocan / Filipenses 1, 20-26
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 19, 30—20, 16
Jesús dijo a sus discípulos:
«Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los
primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy
de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un
denario por día y los envío a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". Y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros".
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
Palabra del Señor.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo". Y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado". Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña".
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros".
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Como bien nos dice el Señor por boca del profeta: «los pensamientos
de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos» (1L), ya que, al
contrario de nuestras acciones, «El Señor es justo en todos sus caminos y
bondadoso en todas sus acciones» (Sal), tanto que lo
podemos ver retratado por Jesús como alguien en búsqueda permanente de quienes
están en necesidad para darles una solución (Ev). Entonces, si
nos decimos cristianos como para decir «para mí la vida es Cristo» (2L), sintámonos
llamados a agradecer tanta preocupación y dedicación, preocupándonos y
dedicándonos, a nuestra vez, a quienes lo necesitan y no le conocen, sin
envidias ni temores.
Mientras más, mejor
Siempre ha sido conflictivo este texto. Y,
tal vez en nuestros tiempos economicistas e insolidarios, lo sea más aún.
Es que nuestro materialismo sólo nos permite
fijarnos en el final del día laboral: «Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y
tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y
el calor durante toda la jornada». Pero lo
importante, lo “justo”, es observar cómo comenzó este, cuál fue el acuerdo
inicial, según recuerda el propietario: «¿acaso no habíamos tratado en un denario?». Y, con toda justicia y corrección, eso, y
nada menos, fue lo que le dio: «Toma lo
que es tuyo y vete»
Nuestro problema es que habitualmente no dejamos a Dios ser Dios y
pretendemos imponerle esos criterios a los que el mundo nos ha acostumbrado…
En términos muy antiguos (muy, muy antiguos),
podríamos decir que el “salario” por creer es el paraíso para todos; por lo que
no existiría un “paraíso y medio” para quienes llevan muchos años creyendo, ni
“dos paraísos” para quienes han creído toda su vida…
O, en palabras más actuales y adultas,
podríamos decir que el mensaje de este evangelio es que el resultado de vivir
los valores del Reino (fraternidad, solidaridad, compasión, cercanía), es
decir, el trabajar por rescatar lo mejor que tenemos como seres humanos,
produce en quienes lo han hecho siempre así, frutos de alegría.
Pero la misma alegría (no una inferior, ni
una más breve) sentirá quien lo hace recientemente y también quien sólo ahora
descubrió esta forma de relacionarse con los demás.
Estos últimos probablemente serán los
primeros en disfrutar y compartir el gozo de su conversión; en cambio,
lamentablemente, los que habían sido primeros, los que llevaban mucho tiempo en
esto, son más propensos a permitir que la envidia opaque su amor, lo que los
pone al final, son los últimos por opción propia, en la fila de los seguidores
de Jesús.
Por todo ello, si sientes que estás
trabajando en la viña del Señor, inspirado en la Palabra de la misericordia y
el servicio, sé feliz. Y sé más feliz aún si muchos más descubren esta riqueza,
cualquiera sea el momento de sus vidas en que esto ocurra, que es aquel -ni
antes ni después- que el Padre ha decidido para ellos, porque todos cabemos en
su amor.
Que podamos servir con alegría,
desprendiéndonos de la envidia que no sólo nos quita el gozo de vivir, sino que
nos aleja de lo mejor de ser humanos, de ser hijos del Padre y hermanos tuyos,
Señor. Así sea.
Buscando, con
mucha Paz, Amor y Alegría, vivir para servir y servir para vivir como hijos del
Padre,
Miguel
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