miércoles, 14 de febrero de 2018

¿Qué es convertirse?



PREPAREMOS EL PROXIMO DÍA DEL SEÑOR
18 de Febrero de 2018
Domingo de la Primera Semana de Cuaresma

Lecturas:
Génesis 9, 8-15 / Salmo 24, 4-5. 6. 7-9 Tus senderos, Señor, son amor y fidelidad / Pedro 3, 18-22

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos  1, 12-15
El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde fue tentado por Satanás durante cuarenta días. Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
La Cuaresma que comienza es un nuevo recordatorio de que siempre «El Señor es bondadoso y recto: por eso muestra el camino a los extraviados» (Sal), es decir a todos nosotros, porque Él es fiel a su promesa: «Yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes» (1L). Por nuestra parte es momento para seguir intentando hacer concreto «el compromiso con Dios de una conciencia pura» (2L); aquella que nos impulsa a vivir de acuerdo a la Ley del Amor, acogiendo el llamado permanente de nuestro Señor: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia» (Ev).
Algunas pistas.
Será alguna especie de pudor, impotencia o desesperanza, pero se escucha poco en las prédicas actuales el llamado a la conversión… o, en los casos en que se menciona el concepto, suele ser un llamado bastante ambiguo, algo así como “convertirse a Dios”, sin explicar qué significaría concretamente esto…
Pero… ¿Tenemos claro qué es convertirse, qué implica esto?
La imagen bíblica más elocuente es aquella de la caída de Pablo, en el camino a Damasco, producto de un rayo de luz del cielo, la que tiene como consecuencia pasar de ser perseguidor de los cristianos a seguidor de Cristo (Hch 9). Es un cambio radicalmente violento de vida.
Pero, comprendiendo que ese es un caso muy excepcional, ¿qué debiese significar convertirse para el resto de los simples mortales como nosotros?
De alguna manera hemos llegado a pensar -o así nos lo han dicho-, que convertirse es decidirse a cambiar, como si bastase ejercer la voluntad y de ahí comenzar a obedecer a Dios: cada uno habrá comprobado que los buenos propósitos, así, sin más, fracasan uno tras otro.
Gracias a Su misericordia, el Padre Dios, que nos conoce mejor que nosotros mismos, sabe que no “funcionamos” de esa manera.
Convertirse es, más bien, ir sintiendo que la cercanía de Jesús nos va cambiando.
Sucede con la conversión como con el ejercicio para el cuerpo: nadie puede, de buenas a primeras, lanzarse a correr una maratón; requiere ejercitarse progresivamente. Así mismo, mientras más nos acercamos a Jesús, más fácil se nos va haciendo y, por lo mismo, más nos vamos convirtiendo.
“Ejercicios” comprobados que facilitan el acercarnos al Señor:
La lectura y meditación de la Palabra. Es tener la disposición de escuchar, comprender e intentar hacer vida su mensaje, con lo que, necesariamente, iríamos cambiando progresivamente nuestras formas de ser y actuar ante otros; de tal manera de irnos acercando al estilo suyo, de manera muy especial, en lo que respecta a la relación con los demás, ya que, en la medida que fuéramos sirviendo, auxiliando o teniendo gestos de ternura con quienes él mismo dijo que se identificaría: los necesitados de todo tipo (cf. Mt 25,34ss), más cerca de él nos encontraríamos (más convertidos estaríamos);
Vivir honestamente nuestra fe. Existen tres grandes acciones que se esperan de un cristiano, las que el mismo Jesús propuso (cf. Mt 6,1-6. 16-18), y son las que la Iglesia nos invita a llevar a cabo preferentemente –pero ojo: no exclusivamente- durante la Cuaresma:
hacer oración, lo cual es más que rezar fórmulas de memoria: es tener un diálogo amistoso con el Señor («Cuando oren, digan: Padre…» Lc 11,2);
dar limosna, lo que significa ir siendo cada vez menos apegados a los bienes materiales, para ir creciendo en generosidad (Mc 12,41-44);
y hacer ayuno con el corazón, lo que significa no cumplir simplemente con un rito, sino el ir aprendiendo a dominarse a sí mismo/a, ya que quienes se dejan gobernar desatadamente por sus impulsos, pueden llegar a cometen aberraciones y hasta crímenes contra otros hijos de Dios (Gal 5,19-21).

Y un “secreto” final: el mejor impulso para acceder a esa cercanía con el Maestro es hacer esto -y más- desde y en una comunidad (cf. Mt 18,20).
En suma, normalmente, no existen las conversiones violentas o “mágicas”. Es, más bien, un proceso, una suma de acciones e intenciones, el cual puede durar, perfectamente, toda la vida.
Hay tiempo, Dios es paciente (2 Pe 3,9).
Pero no olvidemos que nuestra vida no es ilimitada y ya el Señor nos ha advertido: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca».
Por lo tanto, mientras más convertidos estemos, más cerca de Él, más Buena Noticia somos para nuestros hermanos y más reina Dios en nuestro mundo.

Que podamos tener, cada vez más y cada vez mejor, la disposición a convertir nuestra vida plana, rutinaria y egoísta en un aporte para lograr el desafío de que venga a nosotros tu Reino, Señor. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, ir encontrando y, posteriormente, siguiendo los caminos de conversión a los que nos invita el Señor,
Miguel

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escoger a Dios y sus caminos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 21 de Septiembre de 2025                          ...