PREPAREMOS
EL PROXIMO DÍA DEL SEÑOR
6 de Mayo de 2018
Domingo de la Sexta Semana de Pascua
Lecturas
de la Misa:
Hechos 10, 25-26. 34-36. 44-48 / Salmo 97, 1-4 El Señor reveló su
victoria a las naciones / I Juan 4, 7-10
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan
15, 9-17
Durante
la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
«Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto.
Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre.
No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá.
Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.»
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Las Escrituras destacan como hecho relevante en la historia que «El
Señor reveló su justicia a los ojos de las naciones» (Sal) y luego, como
consecuencia de eso, que «todo el que lo teme y practica la justicia es
agradable a Él» (1L). Pero el Señor Jesús le da un sentido más profundo a esta
situación: «Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. […] Este
es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado» (Ev),
para que esto sea una manifestación concreta de que somos hijos de su Padre, ya
que sólo «el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios» (2L).
A respetar sus últimas palabras.
En nuestra cultura, tal vez debido a que
sucede en un momento tan definitivo, según nuestra percepción, como es la
muerte, atesoramos y le damos mucha relevancia a las últimas palabras de
alguien. Más aún si es un ser querido.
Hoy les invitamos a notar cómo comienza el
evangelio que nos presenta la liturgia para el próximo Domingo: «Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos…». Eso nos ubica en el momento.
Y después destaquemos el final: «Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros»
Entonces, podríamos decir que son las últimas
palabras; el resumen de su testamento espiritual y, sin ninguna duda, aquella
frase su mandamiento final y fundamental.
Pero, tan importante como lo es para los
sobrevivientes, ese “último mensaje” lo es –y con mayor razón- para quien sabe
que está viviendo sus últimos momentos, ya que buscará completar su legado con la
culminación de su pensamiento.
Entonces, para captar el sentido de estas, hagamos
el ejercicio de poner en su contexto este mandamiento tan importante, siguiendo
el relato,
según Juan, de este último encuentro con sus discípulos, previo a su pasión.
Recordemos que éste comenzó con él mismo
lavándoles los pies, como lo hacían los sirvientes, indicándoles que, él, reconociéndose
su Maestro y Señor, lo hacía para que sus discípulos comprendiesen que un signo
de que se es seguidor suyo se mostrará en la actitud de servicio de unos por
otros.
Después, siempre «sabiendo Jesús que había
llegado su hora de pasar de este mundo al Padre» (13,1) y con la mirada
puesta en que «mi gozo sea el de
ustedes, y ese gozo sea perfecto», les enseña que
lo vivido por él y lo que lo hacía sentirse pleno, por lo tanto feliz, era realizar
lo que iba comprendiendo que era la voluntad de Dios, aunque esto conllevase momentos
duros como la traición o la negación de sus propios amigos, y hasta la propia muerte,
convencido como estaba de que «No hay
amor más grande que dar la vida por los amigos»…
Señalando,
además: «Como el Padre me amó, también yo
los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos,
permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y
permanezco en su amor»
En
fin, las palabras de Jesús, en estos capítulos, insisten en la necesidad de
experimentar el amor generoso, expresado en la disposición de ser útil a los
demás, como para que quede muy claro que el cristiano y la cristiana están en el
mundo para servir por amor.
Sus
últimas palabras –sus últimos deseos, podríamos concluir- son extremadamente
precisos en que: «No son ustedes los que
me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que
vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero».
Eso
quiere decir que el templo al que uno asista, el culto en el cual se participe,
las devociones o prácticas que se sigan, sólo tienen sentido si alimentan o
manifiestan lo anterior… de lo contrario, se puede perder el auténtico
contenido cristiano: dar frutos de amor y servicio, se usen o no todos los
distintivos que suelen utilizar los que dicen confesar a Jesús como su Maestro
y Señor.
Que
podamos ser auténticos seguidores de quien no vino a ser servido, sino a servir:
Tú, Señor, buscando gastar la vida alentando, ayudando, compartiendo, y todo lo
que necesiten quienes tengan necesidad. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, mostrar al
Cristo Vivo en nuestras palabras y acciones de cada día,
Miguel
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