PREPAREMOS
EL PROXIMO DÍA DEL SEÑOR
13 de Mayo de 2018
La Ascensión del Señor
Lecturas
de la Misa:
Hechos 1, 1-11 / Salmo 46, 2-3. 6-9 El Señor asciende entre aclamaciones / Efesios 1,
17-23
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
16, 15-20
Jesús resucitado se
apareció a los Once y les dijo:
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
«Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará.
Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios.
Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
«El Señor es el
Rey de toda la tierra» (Sal) y su encargo para todos quienes creen en Él
es «anuncien la Buena Noticia a toda la creación» (Ev). Su aporte para
que lo logremos es: «recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá
sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y
hasta los confines de la tierra» (1L), así podremos
atrevernos sin temor a realizarlo y luego valorar «la extraordinaria
grandeza del poder con que él obra en nosotros, los creyentes, por la eficacia
de su fuerza» (2L).
Ni impasible, ni estática.
Una canción popular romántica afirma: “me
gustas tanto que puedo quedarme a hablar sobre ti por siempre”. Claro que es
una exageración, pero se comprende que quiere expresar una situación conocida:
cuando alguien está enamorado, probablemente, su tema recurrente será la
persona objeto de ese amor.
¿Cómo podríamos interpretar, de acuerdo a
esto, el que tantos cristianos no hablemos de Jesús, a quien se supone que
amamos, por lo que debiese ser nuestro tema principal?
Claro, hay que reconocer que nos cuesta
bastante, en primer lugar, debido a la mala fama que tenemos, en general, los
creyentes: hablamos a veces, pero nuestra forma de relacionarnos con los demás
y nuestras actitudes no se asemejan mucho a lo que predicamos, lo que hace muy
difícil que nos quieran escuchar.
A la vez, habría que consignar la dificultad que
representa el que en nuestros tiempos somos bombardeados por muchos mensajes,
de múltiples orígenes, contenidos y profundidades, lo que hace imposible poner
atención a todo.
Por todo ello, las palabras están muy desvalorizadas.
El antídoto a todo esto es hacer que las
acciones, inspiradas en el Evangelio, hablen por nosotros, de tal manera que se
cumpla el que «estos prodigios acompañarán a los que crean»
¿Cuáles prodigios? nuestros actos solidarios
y fraternales, los que dirán más eficazmente que nada en qué creemos, o, mejor,
en Quién creemos: en el Dios generosamente misericordioso, porque es todo amor,
ya que esas actitudes son lo extraordinario –los “milagros”- de nuestro tiempo
egoísta e indiferente por la situación de los que sufren, tan necesarios como
en su tiempo podía serlo la inmunidad contra las serpientes y otros fenómenos
mencionados por el Maestro…
Notemos, ahora que él señala que estos signos
serán propios de “los que crean”, por eso este día podríamos afirmar que el
estado de salud de nuestra fe se mide por el impulso misionero que nos mueva,
porque ser misioneros es ser enviados y a amar es a lo que se nos ha enviado.
¿Qué movió, por ejemplo, a Francisco Javier a
llevar el evangelio al África, la India y Japón en tiempos en que eran lugares
casi inaccesibles?
Su fe: “Si esas islas tuvieran maderas
aromáticas y minas de oro, los cristianos tendrían el valor para ir allí, y
todos los peligros del mundo no lo impedirían. Están acobardados y alarmados
porque allí no hay otra cosa qué ganarse más que las almas de los hombres. ¿Y
el amor ha de ser menos valeroso que la avaricia?”
¿O qué llevó a David Livingstone a explorar
lugares casi imposibles hasta perderse?
Su fe: “Desde aquí voy a irme al más distante
de los países. Allá Dios ha plantado el estandarte de su cruz como una señal a
su Iglesia para que se llenen todos los espacios intermedios, hasta que no haya
un solo lugar en la tierra que no haya sido pisado por un mensajero de la
salvación, ni un solo hombre al que no se le haya predicado el evangelio. La
voz del Señor pregunta: ‘¿A quién mandaré?’ Ojalá cada uno de vosotros que
tenga la intención, por la gracia de Dios, de dedicarse al ministerio conteste
inmediatamente: ‘Aquí estoy. Mándame’"
¿O qué impulsó a Damien de Veuster a ir a
establecerse entre los leprosos marginados en la isla de Molokai?
Su fe: "Hago lo imposible por mostrarme
siempre alegre, para levantar el ánimo de mis enfermos. Estoy feliz y contento,
y si me dieran a escoger la salida de este lugar a cambio de la salud,
respondería sin dudarlo: Me quedo con mis leprosos toda mi vida"
Y así, tantos otros, gracias a Dios.
Es que, si de verdad creemos en la Buena
Noticia del amor del Padre Dios y en su profeta misericordioso, el Resucitado
por ser testigo de ese amor, la alegría de saberlo no nos permitiría quedarnos
quietos; necesitaríamos darlo a conocer. Pablo, el gran apóstol misionero diría
que es «porque el amor de Cristo nos apremia» (2 Cor 5,14).
Entonces, cabe
preguntarnos qué nos impide hoy anunciar «la
Buena Noticia a toda la creación» (o, al menos a la porción de esta que nos
rodea), si, para esta tarea somos asistidos por el mismo Señor que está sentado
a la derecha del Padre, y qué nos inspira nuestra fe a hacer ahora al respecto…
Que podamos permitir al ardor que nos
transmite tu Palabra, Señor, empujarnos a buscar la forma de servir, amar,
atender, proteger, empatizar, como formas concretas y eficaces de llevar tu
Buena Noticia a nuestros hermanos. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, que
nuestras palabras y acciones, inspiradas en el amor del Señor, hagan la
diferencia en el mundo que nos rodea,
Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario