miércoles, 26 de septiembre de 2018

Aprender a mirar más el bien común


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
30 de Septiembre de 2018
Domingo de la Vigésimo Sexta Semana Durante el Año

SEPTIEMBRE, MES DE LA BIBLIA

Lecturas de la Misa:
Números 11, 16-17 .24-29 / Salmo 18, 8. 10. 12-14 Los preceptos del Señor alegran el corazón / Santiago 5, 1-6

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     9, 38-43. 45. 47-48
    Juan dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros».
    Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros.
    Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo.
    Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar.
    Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible. Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno.
    Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Durante la historia han existido permanentemente quienes «han condenado y han matado al Justo, sin que él les opusiera resistencia» (2L). En esas ocasiones ha hecho falta que «todos fueran profetas en el pueblo del Señor, porque él les infunde su espíritu» (1L), y porque «el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple» (Sal), de tal manera que nadie es incapaz de hacer y decir justicia de parte de Dios. Sin embargo, pocos seguidores de Jesús han estado a la altura, con lo que han logrado «escandalizar a los pequeños que tienen fe» (Ev) en vez de ser testigos fieles del evangelio.
Unos con otros es mejor que unos contra otros.
Sintonizamos las noticias y siempre encontramos a alguien que critica a otro; o sabemos de las agresiones de los de camiseta de un color contra los de otra tonalidad; o, a mayor escala, de un pueblo contra otro o una Nación contra otra…
Pareciera que el conflicto es inherente a la vida humana.
Pero los cristianos, seguidores del Príncipe de la Paz, ¿lo hacemos mejor?
En esto vemos que a este lado están los católicos y al otro, los evangélicos o cualquier otra fe en el Señor; o nosotros somos los creyentes, esos de allá son los ateos; o acá, quienes viven su fe participando de las actividades de su Iglesia y allá, los que se la guardan para ellos solos…
Es decir, siempre habrá alguno que, según nuestro parecer, no merecería consideración «porque no es de los nuestros».
Es que, si bien los seres humanos tendemos a agruparnos -lo que es bueno-, habitualmente lo hacemos como una forma de excluir a otros -lo que no es tan bueno-.
Al menos eso podríamos entender del mensaje de este día.
A Jesús no parece interesarle demasiado quién hace el bien, sino que éste se haga, cuando, donde y tanto como sea posible: «Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo».
Al revés, él señala la gravedad de darle más importancia a lo que hemos hecho (nuestra mano), el camino que hemos recorrido (nuestro pie), nuestro punto de vista (nuestro ojo) que al Reino de Dios (el bien común), invitándonos a erradicar estas priorizaciones, ya que provocan quiebres o discordias, y, con ello, se afecta la confianza de quienes están aprendiendo a conocerlo, y para quienes, lo queramos o no, somos su modelo de creyentes: «Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar». Porque esto muchas veces conlleva la pérdida definitiva de sus creencias por parte de estos.
Así de trascendente es que el testimonio de quienes se declaran cristianos sea lo más acorde posible a las enseñanzas del Reino del amor y la justicia.
¿Cómo ponernos en línea con nuestro Maestro, entonces?
Teniendo presente que «donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de maldad. En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y, además, pacífica, benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es imparcial y sincera» (Stg 3,16-17).
Nos parece, por lo tanto, que la idea central sería que continuemos lo que es propio de nuestra naturaleza humana: unirnos a otros para fortalecernos mutuamente en la fe y en la proyección práctica de ésta (mediante acciones) en nuestra vida y para la vida de los demás. Uniéndonos o acogiendo en esta labor a quien quiera ayudar, sin importar color, pensamiento u orientación de ninguna clase.
Es decir, que seamos comunidades amplias y abiertas.

Y, luego, teniendo presente que «el que no está contra nosotros, está con nosotros», evitar las tentaciones que también están en nuestra constitución humana, que nos hagan crear barricadas entre nuestra agrupación y otras.
Antes bien, siguiendo el sentido de estas palabras del Señor, sería mucho más evangélico que nuestras comunidades se comunicasen unas con otras para, tal como hacemos individualmente, aprovechemos las capacidades de unas para apuntalar las debilidades de otras y así, juntas, buscar hacer el mayor bien posible, de tal manera que el ideal que tenía nuestro Maestro y que impulsó e intenta que nosotros también promovamos, de un mundo de hermanos, hijos del mismo Dios, se vaya expandiendo.

Que nos sea posible superar lo que nos divide y potenciar lo que nos une, de tal manera de ir haciendo nuestro aporte para que venga a nosotros el Reino de tu Padre, Señor, el cual es también nuestro Padre y proyecto que es Vida para nosotros. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, la unidad, la armonía y la fraternidad que son la forma concreta de ir construyendo el Reino de Dios y de Jesús entre nosotros,
Miguel

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