miércoles, 28 de noviembre de 2018

Alzad la cabeza


PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
2 de Diciembre de 2018
Domingo de la Primera Semana de Adviento

Lecturas de la Misa:
Jeremías 33, 14-16 / Salmo 24, 4-5. 8-10. 14 A ti, Señor, elevo mi alma / Tesalonicenses 3, 12—4, 2

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     21, 25-28. 34-36
Jesús dijo a sus discípulos:
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, los pueblos serán presa de la angustia ante el rugido del mar y la violencia de las olas. Los hombres desfallecerán de miedo por lo que sobrevendrá al mundo, porque los astros se conmoverán. Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria.
Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación.
Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.

MEDITACIÓN                                                                                                             
Estamos a la espera de los días y el tiempo en que se cumpla la Palabra que dice: «haré brotar un germen justo, y él practicará la justicia y el derecho» (1L). Y confiamos porque «el Señor es bondadoso y recto» (Sal). Esto se manifestará en que creceremos «cada vez más en el amor mutuo y hacia todos los demás» (2L), con lo que se acabará la era del egoísmo que nos gobierna. Por todo eso, nos exhorta: «tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación» (Ev).
(Compartimos una meditación sobre el evangelio de este Domingo, cuyo autor es el lúcido teólogo español José Antonio Pagola).
¿Qué se viene?
Nadie conoce su final. Nadie conoce tampoco el final del mundo. ¿En qué va a terminar todo esto?, ¿qué nos espera a todos y a cada uno de nosotros?, ¿qué va a ser de nuestros esfuerzos y trabajos, de nuestros anhelos y aspiraciones?
Cuando Lucas iba copiando del evangelio de Marcos el discurso de Jesús sobre el Final, no se fijó demasiado en los «cataclismos cósmicos». Todos los escritos apocalípticos hablaban así. Él pensó enseguida en lo que nos pasa a las personas cuando todo se hunde bajo nuestros pies y se tambalea lo que, de ordinario, nos da seguridad.
Probablemente, todos conocemos en nuestra propia vida momentos de crisis en los que no sabemos qué hacer ni a quién acudir. Situaciones en las que podemos sentir miedo e incluso angustia porque nos quedamos sin seguridad y sin aliento. Al final, ¿qué es la vida?, ¿en quién podemos confiar? Según Lucas, algo de esto le pasará un día al mundo. Por eso, nos ofrece algunas consignas para aprender a vivir con lucidez cristiana.
«Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza»
Alzad la cabeza. Es lo primero. No vivir encogidos y cabizbajos, encerrados en nuestros miedos y tristezas. Levantar la mirada; ampliar el horizonte. La «Vida» es más que esta vida.
« porque está por llegarles la liberación»

Se acerca vuestra liberación. Un día sabremos lo que es una vida liberada, justa, gozosa.
«Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida»
Tened cuidado de que no se os embote la mente. Es nuestro gran riesgo: vivir atrapados por las cosas, preocupados sólo por el dinero, el bienestar y la buena vida. Terminar viviendo de manera rutinaria, frívola y vulgar. Demasiado aturdidos y vacíos como para «entender» algo del verdadero sentido de la vida.
«Estén prevenidos»
Estad siempre despiertos. No vivir dormidos. Despertar nuestra vida interior. En ninguna parte vamos a encontrar luz, paz, impulso nuevo para vivir, si no lo encontramos dentro de nosotros.
«y oren incesantemente»
Pidiendo fuerza. Es nuestro problema: no tenemos fuerza para ser libres, para tener criterio propio, para cuidar nuestra fe o para cambiar nuestra vida. ¿Qué haremos si, además, dejamos de comunicarnos con Dios?

Que nos sea posible tener siempre presente lo sinónimo que debiesen ser “cristianos” y “sembradores de esperanza”, Señor, para que nuestra fe ayude a traer la liberación: la nuestra y la que necesita nuestro mundo atribulado. Así sea.

Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, esperar un mundo mejor, aportando a que así sea, de tal manera de esperanzar a nuestros hermanos,
Miguel

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