PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo
10 de Diciembre de 2023
Domingo de la Segunda Semana de Adviento
Lecturas de la Misa:
Isaías 40, 1-5. 9-11 / Salmo 84, 9-14 Muéstranos, Señor, tu misericordia / II Pedro 3, 8-14
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 1-8
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios.
Como está escrito en el libro del profeta Isaías:
«Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti
para prepararte el camino.
Una voz grita en el desierto:
Preparen el camino del Señor,
allanen sus senderos»,
así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados.
Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: «Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo».
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Adviento es tiempo de esperanza, de creer que aún en medio de las realidades más duras de la vida es posible un futuro mejor. Así, quien sea creyente se caracterizará porque «La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos» (Sal), y, con el auxilio divino, buscará responder a los llamados: «Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos» (Ev) y también, como parte de esa preparación: «¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios!» (1L), porque es la manera correcta de vivir el Adviento, no en cómoda quietud, sino, «esperando y acelerando la venida del Día del Señor» (2L). Que Él nos encuentre en esa tarea cuando vuelva.
Aprendiendo del Bautista y todos los que vivieron y viven creyendo en lo que enseñó Jesús.
Marcos deja muy claro, desde el comienzo, de qué tratará el libro que escribió y pone a disposición de quienes lo lean y lo compartan: se tratará de «la Buena Noticia» que se proclamará de parte de Dios para nosotros.
Pues bien, como primer paso será necesario que haya alguien, una persona que llegará a ser llamada «Juan el Bautista», quien prepararía «el camino del Señor», de tal manera que a todos nos quede claro de parte de quién viene esta noticia feliz (de Dios) y cuál es su contenido (que Él nos ama), según enseñará posteriormente «Jesús, Mesías, Hijo de Dios».
La preparación que se le ocurrió, y nos serviría como parte de este Adviento y de toda nuestra vida de fe, fue invitar a purificarse externamente («proclamando un bautismo») como signo de arrepentimiento («para el perdón de los pecados»).
Y, como la forma de presentar este camino es parte del mensaje, no proviene de «un hombre vestido con refinamiento» (Mt 11,8), sino uno «vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero […que] se alimentaba con langostas y miel silvestre». Una persona austera (Lc 7,33).
Además, el anunciador es alguien muy humilde: «vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias».
También sabemos de él que no temía hacer notar a los poderosos cuando se alejaban de los caminos de Dios, ya sean autoridades religiosas, como «muchos fariseos y saduceos» (Mt 3,7-9) o el mismo rey (Mc 3,17-18).
Y, en respuesta a todos los que lo sobre espiritualizan (como a todo en la Biblia), de él también conocemos conceptos que nos ayudan a descubrir que el Evangelio o Buena Noticia no es un tratado sobre moral, sino acciones concretas que son noticias buenas para los demás. Por ejemplo:
Cuando la gente, al oír su prédica le pregunta qué deben hacer para mostrar «frutos de una sincera conversión» (Lc 3,8), su respuesta es: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto» (Lc 3,11);
Posteriormente, los cobradores de impuestos, reconocidos abusadores del poder que su oficio les daba, consultan por lo mismo y él les indica: «No exijan más de lo estipulado» (Lc 3,13);
«A su vez, unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué debemos hacer?”. Juan les respondió: “No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo”» (Lc 3,14).
Podríamos decir que la Buena Noticia es que, gracias a -y reflejado en- Jesús, hemos podido conocer a Dios; uno mucho mejor de lo que nos habían contado (Mt 5,45).
Mediante sus enseñanzas conocemos que la Buena Noticia es que Dios nos ama como las madres a sus hijos: generosa e incansablemente (Lc 15,20).
También, que la Buena Noticia es que se puede vivir por encima de egoísmos y mezquindades, debido a que, por ser todos hijos de Dios, somos y podemos vivir como hermanos (Mt 23,8).
Y, entre tanto más, algo fundamental en nuestra fe: la Buena Noticia es que la vida tiene mucho sentido, y no termina no más, porque después de lo que llamamos muerte, hay más vida, mucha más y mejor que la que conocemos (Apoc 21).
Como en el inicio de este evangelio, cada día puede ser el comienzo de la Buena Noticia para nosotros y, gracias a las actitudes con que la reflejemos, fruto de una sincera, constante y eficaz conversión, una excelente noticia para los demás.
Señor, tú que incansablemente proclamaste la Buena Noticia del Amor Misericordioso del Padre Dios por todos y para todos, ayúdanos a que nuestra forma de recibirla y vivirla nos haga, a la vez, noticia feliz para tantos que lo necesitan. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, hacernos parte de la Buena Noticia salvadora, liberadora y humanizadora del Señor,
Miguel.
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