PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo
15 de Junio de 2025
Solemnidad de la Santísima Trinidad
Lecturas de la Misa:
Proverbios 8, 22-31 / Salmo 8, 4-9 ¡Señor, nuestro Dios, que admirable es tu Nombre en toda la tierra! / Romanos 5, 1-5
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 16, 12-15
Jesús dijo a sus discípulos:
«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes».
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN
Podemos preguntarle junto al salmista, ante la grandeza absoluta de nuestro Dios: «¿qué es el hombre para que pienses en él, el ser humano para que lo cuides?» (Sal). Sin embargo, el Señor expresa: «mi delicia era estar con los hijos de los hombres» (1L), tanto que «cuando venga el Espíritu de la Verdad» (Ev), que es el Espíritu de Dios mismo, se quedará con nosotros para siempre, para recordarnos cada día el gran regalo de la Trinidad: «estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo» (2L). Para eso nos ama Dios, para que nuestra vida sea más feliz.
¿De qué nos sirve creer en esto?
La Iglesia Católica organiza el año litúrgico comenzando por el Adviento, tiempo de preparación para la Navidad, la cual celebra al Dios Padre que envía a su amado Hijo al mundo. Luego, continúa los domingos siguientes mostrando la actividad y el mensaje de éste, quien, cuando sube al cielo, envía su Espíritu, que es lo que celebramos el domingo anterior al actual.
Así, tendríamos presentados al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Sería ya el momento para celebrar a los tres en una sola fiesta, la de la Trinidad.
Hay algunos que critican el concepto, diciendo que no es bíblico y, más aún, afirman que no hay enseñanza alguna de Jesús que mencione a Dios como tres personas, ya que siempre que habla de Él lo hace sólo en singular.
Sin embargo, basta con mirar la primera página de la Biblia y leeremos que «En el principio creó Dios los cielos y la tierra […] el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz» (Gn 1,1-3, versión Reina Valera). Esto nos muestra que en los orígenes encontramos al Padre Creador, al Espíritu elevado por sobre el ambiente que recibiría la creación y al Hijo, que es la Palabra de Dios (Jn 1,1), que una vez que dice produce lo creado. Es decir, el autor del primer párrafo de la Biblia -escrito hace más de 25 siglos- ya prefiguraba la Santísima Trinidad.
Para esto, tengamos presente lo que dice el Maestro en el evangelio para este día: «Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora». Porque es parte de nuestra condición humana, de la capacidad limitada de nuestro entendimiento, que necesitamos, como sociedad y hasta como humanidad, madurar las experiencias hasta el punto de poder ir logrando que se nos hagan evidentes distintas realidades. Un ejemplo de otros ambientes, de entre muchos: hoy podemos hablar de dignidad humana o feminismo y entendemos más o menos bien todos, pero hace medio siglo y mucho antes, por cierto, no cabían en la estructura mental de la gente, cuando la esclavitud era legal y el patriarcado era incontestable.
El conocimiento, la capacidad de comprender las cosas de Dios, también va creciendo progresivamente, que es lo que hemos venido haciendo con la ayuda de los teólogos durante siglos.
El evangelio de esta jornada insiste en esto, asegurando que tendremos ayuda en este progresivo avance: el Espíritu Santo nos «introducirá en toda la verdad», en cada época.
En consecuencia, ¿cómo podrían los contemporáneos y compatriotas de Jesús, e incluso él mismo, todos convencidos de que «el Señor, nuestro Dios, es el único Señor» (Dt 6,4) comprender que, a la vez, era posible que hubiese tres personas en la divinidad? Y, por eso, no encontraremos alusión concreta, con ese nombre: la Santísima Trinidad, a esta realidad divina en la Biblia.
Es más, reconozcamos que muchos de nosotros no lo comprendemos bien y preferimos repetirlo sin cuestionárnoslo demasiado.
Hechas todas esas prevenciones notemos que, igual el Maestro, intuitivamente, pone en el mismo nivel a las tres Personas divinas, afirmando que «Él (el Espíritu) me glorificará, porque recibirá de lo mío […] Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes».
Apoyémonos en otra lectura tomada de la liturgia para esta celebración, que proviene de un texto incluso más antiguo que el evangelio, aquí el autor sagrado escribe: «Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo […] la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado» (Rm 5,1-5).
Ahora, ¿de qué nos sirve saber todo esto? Pues bien, nos puede ayudar comprender que, como Dios es amor (1 Jn 4,16) y está conformado por tres Personas, nuestro Señor es una Comunidad de Amor. Por lo tanto, que si hemos sido creados «a imagen de Dios» (Gn 1,27), como dice la Biblia, nuestra vocación, más aún si decimos creer en Él, es formar e integrar comunidades donde reine el amor fraterno y solidario entre todos.
Señor, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, haz que nos sea posible vivir la misión, inscrita en nuestros genes de fe, de ser comunidades de amor creador, redentor y santificador, para que, sirviendo de esa forma a nuestros hermanos de humanidad, estos se acerquen a la felicidad que Tú quieres para nosotros, porque nos amas. Así sea.
Buscando, con mucha Paz, Amor y Alegría, reflejar en nuestra vida cómo creemos en ese Dios Uno y Trino, intentando asemejarnos a su amor servicial por todos,
Miguel.
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