22 de agosto de 2013
Jueves de la Vigésima Semana Durante el Año
Lecturas:
Jueces 11,
29-39 / Salmo 39, 5. 7-10 ¡Aquí
estoy, Señor, para hacer tu voluntad!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
22, 1-14
Jesús se dirigió a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta
parábola:
El
Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se
negaron a ir.
De
nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados:
"Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis
mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas." Pero ellos no
tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su
negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los
mataron.
Al
enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos
homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete
nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los
cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren».
Los
servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron,
buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que
no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el
traje de fiesta?». El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los
guardias: «Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí
habrá llanto y rechinar de dientes».
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
Palabra del Señor.
MEDITACION
¿Has
visto a alguien en una fiesta a quien sus actitudes delatan que está a disgusto
ahí?. Puede haber un centenar de personas en el lugar, pero esa se destacará.
Uno
ve mucha gente en las liturgias, «sin el
traje de fiesta», llevando a cabo prácticas rituales con un rostro que dice
no que está celebrando su fe, precisamente.
Lo
mismo puede suceder cuando se realizan obras de caridad por cumplir, por “ganar
el cielo” o por temor a ese dios que “todo lo ve”… es decir, sin el corazón (cf
1 Cor 15).
La
próxima vez que vayas a Misa, a cualquier actividad de tu fe o a realizar algo
que crees que el Señor te pide hacer, fíjate si lo haces con gozo y en tu
rostro hay una sonrisa, o, en cambio, es una carga desagradable que
inevitablemente notan los demás y, por eso, sería mejor dejarla de lado, ya que
no te hace bien a ti ni a nadie. Recuerda que Jesús vino para que tengamos vida
en abundancia (cf Jn 10,10) y no para imponernos rutinas
esclavizantes; de esas ya tenemos demasiadas. Y el Padre bueno quiere el amor
libre de sus hijos; de otra manera no es amor.
A
nuestra débil fe le es difícil reconocer las constantes muestras de tu amor por
nosotros, manifestado en las innumerables invitaciones que nos has hecho
durante la vida para celebrar la fiesta de tu Reino, Señor. Perdona nuestra
ceguera; auméntanos la fe y gracias por todo lo que nos das.
Buscando que el
fuego del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría arda en nuestro tiempo y
nuestra vida,
Miguel.
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