jueves, 3 de octubre de 2013

Derechos y deberes de los hijos de Dios

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
6 de octubre de 2013
Vigésimo Séptimo Domingo Durante el Año

Lecturas:
Habacuc 1, 2-3; 2, 2-4 / Salmo 94, 1-2. 6-9 ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor! / II Timoteo 1, 6-8. 13-14

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   17, 3-10
    Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónalo».
    Los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería.
    Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó?
    Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: "Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber"».
Palabra del Señor.

MEDITACION
El o la que quiera ser seguidor/a de Jesús, quien está entre nosotros como el que sirve (Lc 22,27), en este mundo en que nos toca vivir, donde no se ve «más que saqueo y violencia, hay contiendas y aumenta la discordia» (1L), debe aportar la diferencia, que está en el espíritu de reconciliación y servicio (Ev), la paz y la fraternidad, aunque cueste, «porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de sobriedad» (2L). «Ojalá hoy escuchen la voz del Señor» (Sal). Amén.
Nuestra sociedad parece haber despertado. Son tiempos de demandas. Y es sano que así sea: la dignidad se conquista.
Hoy se escucha bastante, por eso, la palabra “derechos”. Pero se oye bastante menos el vocablo “deberes” y, cuando así ocurre, suena casi como una grosería. Eso no es equilibrado.
Vemos que a los niños hay que compensarlos o pagarles para que obtengan buenas notas o realicen labores del hogar; que es necesario crear leyes para obligar a que no se conduzca con los sentidos embotados por el alcohol o para que los fumadores respeten a quienes no desean llenar sus pulmones de humo; que se quiere ocupar el transporte público sin pagar; que los padres jóvenes quieren disfrutar y entretenerse como si no existieran sus hijos… En fin: derechos sin deberes, actos sin consecuencias...
Muchos cristianos –sin decirlo, pero expresándolo en sus actitudes- parecen esperar algo semejante con respecto a Dios: quieren sus dones (mejor si son “milagros”), pero sin que Él les haga exigencias; que se dé por pagado con la presencia en la misa dominical (cuando se acude…) o con los rezos.
Es verdad de fe que tenemos el derecho de ser tratados como hijos del Señor del Universo y de la Historia. Pero el “deber”, o mejor, la consecuencia de decirse seguidor de Jesús no es seguir ritos o piedades, sino intentar aplicar la propia vida a su enseñanza de amor, compasión y cariño: lo que él llamaba el Reino de su Padre.
Claro que sin creer que eso merece alguna recompensa, sino con la actitud de quienes dicen «no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber».

Nos das el bello desafío de perdonar una y otra vez, Señor; también el de servir sin esperar recompensa. Danos la fe necesaria para serte fieles en esto y en todo. Así sea.

Cumpliendo el deber de intentar vivir como discípulo de Jesús con Paz, Amor y Alegría en el corazón,

Miguel.

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