PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
6 de octubre de 2013
Vigésimo Séptimo Domingo Durante el Año
Lecturas:
Habacuc 1, 2-3;
2, 2-4 / Salmo 94, 1-2. 6-9 ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor! / II Timoteo 1, 6-8. 13-14
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
17, 3-10
Dijo el Señor a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo, y si se
arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas
vuelve a ti diciendo: "Me arrepiento", perdónalo».
Los
apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Él respondió: «Si ustedes
tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está
ahí: "Arráncate de raíz y plántate en el mar", ella les obedecería.
Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el
ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: "Ven pronto y
siéntate a la mesa"? ¿No le dirá más bien: "Prepárame la cena y
recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú
comerás y beberás después"? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor
porque hizo lo que se le mandó?
Así
también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan:
"Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro
deber"».
Palabra del Señor.
MEDITACION
El o la que quiera ser seguidor/a de Jesús, quien está entre
nosotros como el que sirve (Lc 22,27), en este mundo en que nos toca vivir, donde no se ve «más que saqueo y violencia, hay contiendas
y aumenta la discordia» (1L), debe aportar la diferencia, que está en el espíritu de
reconciliación y servicio (Ev), la paz y la fraternidad, aunque cueste, «porque el Espíritu que Dios nos ha dado no es un espíritu de temor,
sino de fortaleza, de amor y de sobriedad» (2L). «Ojalá
hoy escuchen la voz del Señor» (Sal). Amén.
Nuestra
sociedad parece haber despertado. Son tiempos de demandas. Y es sano que así
sea: la dignidad se conquista.
Hoy
se escucha bastante, por eso, la palabra “derechos”. Pero se oye bastante menos
el vocablo “deberes” y, cuando así ocurre, suena casi como una grosería. Eso no
es equilibrado.
Vemos
que a los niños hay que compensarlos o pagarles para que obtengan buenas notas
o realicen labores del hogar; que es necesario crear leyes para obligar a que
no se conduzca con los sentidos embotados por el alcohol o para que los
fumadores respeten a quienes no desean llenar sus pulmones de humo; que se
quiere ocupar el transporte público sin pagar; que los padres jóvenes quieren
disfrutar y entretenerse como si no existieran sus hijos… En fin: derechos sin
deberes, actos sin consecuencias...
Muchos
cristianos –sin decirlo, pero expresándolo en sus actitudes- parecen esperar
algo semejante con respecto a Dios: quieren sus dones (mejor si son
“milagros”), pero sin que Él les haga exigencias; que se dé por pagado con la
presencia en la misa dominical (cuando se acude…) o con los rezos.
Es
verdad de fe que tenemos el derecho de ser tratados como hijos del Señor del
Universo y de la Historia. Pero el “deber”, o mejor, la consecuencia de decirse
seguidor de Jesús no es seguir ritos o piedades, sino intentar aplicar la
propia vida a su enseñanza de amor, compasión y cariño: lo que él llamaba el
Reino de su Padre.
Claro
que sin creer que eso merece alguna recompensa, sino con la actitud de quienes
dicen «no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber».
Nos
das el bello desafío de perdonar una y otra vez, Señor; también el de servir
sin esperar recompensa. Danos la fe necesaria para serte fieles en esto y en
todo. Así sea.
Cumpliendo el
deber de intentar vivir como discípulo de Jesús con Paz, Amor y Alegría en el
corazón,
Miguel.
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