jueves, 3 de octubre de 2013

Si queremos, podemos ser portadores de la buena noticia de que «el Reino de Dios está cerca»

3 de octubre de 2013
Jueves de la Vigésimo Sexta Semana Durante el Año

Lecturas:
Nehemías 8, 1-12 / Salmo 18, 8-11 La ley del Señor alegra el corazón

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   10, 1-12
    El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir.
    Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
    Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!." Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario.
    No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes." Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: "¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca."
    Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Si queremos, podemos ser portadores de la buena noticia de que «el Reino de Dios está cerca».
Eso, si, en tiempos tan agitados como los nuestros, quienes nos consideramos amigos de Jesús, nos sumamos a los trabajadores que el Padre, el «dueño de los sembrados» de la humanidad ha enviado, para ayudar a hacer que descienda la paz sobre todo lugar.
Para estar bien capacitados/as para esa labor, primero tenemos que creer y vivir el mensaje: «No estén tristes, porque la alegría en el Señor es la fortaleza de ustedes» (1L), intentando seguir fielmente sus enseñanzas, porque «los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón» (Sal).

Fortalece, Señor, nuestra disponibilidad para ser trabajadores del Reino, transmitiendo la Paz que nos ha dado acoger tu Amor con inmensa Alegría. Así sea.

Aprendiendo del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría a ver y servir al que sufre,
Miguel.


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