2 de octubre de 2013
Miércoles de la Vigésimo Sexta Semana Durante
el Año
Lecturas:
Nehemías 2, 1-8
/ Salmo 136, 1-6 ¡Que no me olvide de ti, Ciudad de Dios!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
9, 57-62
Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús:
«¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo
sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Y
dijo a otro: «Sígueme.» El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a
mi padre.» Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus
muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los
míos.» Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia
atrás, no sirve para el Reino de Dios.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Si
no veía sincera conversión y deseo de ser servidor del Reino, no buscaba obligar
a nadie. Pero si alguien pretendía ser considerado/a entre los suyos, dejaba
claro de entrada que no era como pertenecer a una fraternidad, donde se cumplen
requisitos formales para ser admitidos.
En
su proyecto de nueva humanidad se requería gente sin ataduras materiales, como
él, que no tenía «dónde reclinar la cabeza»;
tampoco familiares, ni sociales.
Para poder estar disponible para las
necesidades de los demás, se requiere una libertad confiada en quien hace el
encargo.
A
esto nos invita cada día. Siempre. Pacientemente. Hasta que sintamos que ya
estamos listos.
En
el intertanto, sigue amándonos tal y como somos. Pero, a la vez sabiendo, mejor
que nosotros/as mismos/as que somos capaces de mucho más. Y que, de la manera
que nos propone, podríamos acceder a un nivel superior de felicidad: la suya (cf
Jn 15,11).
Que
sintamos «la mano bondadosa de mi Dios
sobre mí» (1L) y eso nos impulse a privilegiar el servicio
a sus hijos, confiados en que si nos envías, Señor, nos darás las capacidades
necesarias. Así sea.
Aprendiendo del
Dios de la Paz, el Amor y la Alegría a ver y servir al que sufre,
Miguel.
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