1 de octubre de 2013
Martes de la Vigésimo Sexta Semana Durante el
Año
Lecturas:
Zacarías 8,
20-23 / Salmo 86, 1-7 ¡Dios está
con nosotros!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
9, 51-56
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se
encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de él. Ellos
partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero
no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor,
¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero él se dio
vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús
sabía bien las consecuencias que tendría ir a la gran capital, ya que en otro
momento la describe así: «¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y
apedreas a los que te son enviados!» (Mt 23,37).
Él
sabía, por lo tanto, que su tipo de prédica y la forma de llevar a cabo su
misión chocaba con una religión que se había ido esclerotizando en normas
rígidas que no mostraban el amor de un Dios a quien él se atrevía a llamar
“Padre”; y también iba en contraposición a los intereses de los poderosos, que
excluían a pobres y enfermos, exigiéndoles sumisión. Sin embargo, «se encaminó decididamente»
hacia allí.
Hay
que ser valiente para eso. Pero el coraje se suele adquirir después de estar
convencido del objetivo de lo que se realizará.
¡Qué
distancia más grande con nuestro actuar más bien acomodaticio!
¿Estaremos
tan convencidos de lo que decimos creer?
Porque
siempre demostramos que nos falta, auméntanos la fe, Señor. Así sea.
Aprendiendo del
Dios de la Paz, el Amor y la Alegría a ver y servir al que sufre,
Miguel.
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