domingo, 2 de marzo de 2014

BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA

El llamado de Jesús, “BUSQUEN PRIMERO EL REINO DE DIOS Y SU JUSTICIA”,  es el mayor tesoro, que quisiéramos ver realizado abundantemente en nuestra Patria, en cada uno de sus habitantes, cada día, con la deslumbrante belleza y sencillez que el mismo Jesús ve manifestada en las aves del cielo y en los lirios del campo.

          Buscar el Reino de Dios y su justicia es una lucha y un compromiso de cada día, del cual damos gracias a Dios por tantas personas que sacrificada, gozosa y responsablemente lo viven en nuestra Patria, desde la sencillez, la valentía y la profunda confianza en Dios, valorando y participando en tantas instancias sociales, políticas, culturales, religiosas.
           Buscar el Reino de Dios y su justicia requiere mirar la historia y reconocer las ofensas, los sufrimientos y hasta las muertes que hemos provocado, cuando al hermano o a la madre tierra los hemos tratado como enemigos para marginar, para depredar o hasta para eliminar, más que como creaturas de Dios para amar, valorar, cuidar, proteger, respetar y potenciar en su dignidad.
           Buscar el Reino de Dios y su justicia es una tarea o una misión para diseñar la geografía del alma de nuestro pueblo, que anhela los más nobles ideales humanos de dignidad, de participación, de hermandad, de justicia y amor fecundo, de compasión solidaria con los pobres, de comunión y de paz.
          Buscar el Reino de Dios y su justicia, decimos los obispos de Chile y lo reafirma permanentemente el papa Francisco, es reconocer que estamos viviendo un “cambio de época” que remece profundamente nuestra cultura tradicional y desafía nuestras capacidades de sabiduría y creatividad, pero sobre todo desafía nuestro AMOR Y VISIÓN PROFÉTICA, para construir una historia según las exigencias de los nuevos tiempos y plasmar en DECISIONES POLÍTICAS:
-          La dignidad y los derechos humanos especialmente de los más pobres y marginados;
-          La promoción de la familia y de la mujer, educadores esenciales en humanidad y dignidad;
-          Las exigencias de nuevos y mejores espacios de participación ciudadana;
-          El cuidado de los elementos esenciales de la naturaleza para evitar su depredación y mercantilización, que harían imposible la vida en nuestro limitado planeta;
-          Los progresos científicos, tecnológicos y comunicacionales, para que favorezcan la solidaridad, el desarrollo equitativo y la paz integradora entre los pueblos y culturas;
-          La educación para el bien común, el servicio y la responsabilidad en ser protagonistas de nuestra historia, sobre los cimientos de la libertad, la fraternidad y la justicia;
-          Una mayor integración de la espiritualidad en nuestra cultura y vida social, para que Dios nos fortalezca en la construcción de una historia más humanizante y dialogante;
-           Un modelo de desarrollo más centrado en las personas que en el mercado, el crecimiento financiero y el lucro, causas de inequidad y violencias, y que llegan hasta rebajar a la persona a objeto, considerándola un “recurso” más;
-            La tendencia a aislar a las personas en el individualismo y la soledad, negándoles la esencia del ser humano, como es el amor que se abre a los demás en la fraternidad, la solidaridad, la gratuidad, la felicidad;
-          El ejercicio del poder y la autoridad, para que escuche, discierna, asuma y canalice democráticamente el sentir profundo y vivencial del pueblo, sin descalificarlo o marginarlo. Consideración especialmente relevante en estos tiempos electorales.
Todas estas exigencias del Reino de Dios necesitan plasmarse en decisiones políticas, pues para alcanzar y asegurar la dignidad del pobre, la justicia al marginado, el pan y el trabajo al necesitado, la salud al enfermo, la liberación al oprimido, el amor al maltratado, requieren de leyes y decisiones políticas. Pero a la vez requieren de actitudes, gestos, acciones y decisiones profundamente éticas y espirituales, pues en ellas se manifiesta la fe, la fraternidad, la solidaridad, la humanidad, ya QUE EL AMOR Y LA FE DEBERÍAN DAR EL SENTIDO Y EL MOTIVO ESENCIAL A TODO GESTO Y ACCIÓN HUMANA.

Luis Infanti De la Mora, osm. Obispo de Aysén (Tedeum Fiestas Patrias 2013)

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