12 de abril de 2014
Sábado de la Quinta Semana de Cuaresma
Lecturas:
Ezequiel 37, 21-28 / Salmo Jer 31, 10-13 El Señor nos cuidará como un pastor
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
11,
45-57
Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los
judíos que habían ido a casa de María creyeron en él. Pero otros fueron a ver a
los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos
convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué hacemos? Porque este hombre realiza
muchos signos. Si lo dejamos seguir así, todos creerán en él, y los romanos
vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra nación.»
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo
Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les parece
preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación
entera?»
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó
como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la
nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que
estaban dispersos.
A partir de ese día, resolvieron que debían
matar a Jesús. Por eso él no se mostraba más en público entre los judíos, sino
que fue a una región próxima al desierto, a una ciudad llamada Efraím, y allí
permaneció con sus discípulos.
Como se acercaba la Pascua de los judíos,
mucha gente de la región había subido a Jerusalén para purificarse. Buscaban a
Jesús y se decían unos a otros en el Templo: «¿Qué les parece, vendrá a la
fiesta o no?» Los sumos sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si
alguno conocía el lugar donde él se encontraba, lo hiciera saber para
detenerlo.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Tal
como ayer, las autoridades judías tenían un aparente buen motivo para oponerse
al Maestro. Esta vez es el temor: «Si lo dejamos seguir así, todos
creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y nuestra
nación». Y eso los lleva a razonar de la siguiente
manera: «¿No les parece preferible que un
solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?»
La conclusión era lógica: «A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús»
Con
argumentos semejantes a través de la historia se han justificado desde
asesinatos individuales a matanzas colectivas.
El
problema es ¿quién decide qué vida debe ser suprimida? ¿quién tiene la
suficiente sabiduría? ¿quién quiere tener semejante poder?
Estas
podrían ser preguntas retóricas si intentamos buscarles aplicación literal a
nuestro actuar y a nuestros días.
Pero
hay un “asesinato” más cotidiano que cometemos casi todos. Lo explica así el
Papa: “Nosotros estamos acostumbrados a los chismes, a las habladurías y muchas
veces transformamos a nuestras comunidades y también a nuestra familia en un
“infierno” en donde se manifiesta esta forma de criminalidad que lleva a asesinar
al hermano y a la hermana con la lengua”.
Acojamos
su invitación al respecto: “Pidamos esto al Señor: nunca asesinar al prójimo
con nuestra lengua y estar con el Señor, como estaremos todos nosotros en el
cielo”. Así sea.
Con Paz, Amor y
Alegría en el corazón, confiando en la Resurrección y la Vida que promete el
Señor,
Miguel.
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