31 de Agosto de 2015
Lunes de la Vigésimo Segunda Semana Durante el
Año
Lecturas:
Tesalonicenses 4, 13-18
/ Salmo 95, 1. 3-5. 11-13 ¡El Señor viene a gobernar la tierra!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 16-30
Jesús fue a Nazaret, donde se
había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó
para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y,
abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
"El Espíritu del
Señor está sobre mí,
porque me ha consagrado
por la unción.
Él me envió a llevar la
Buena Noticia los pobres,
a anunciar la liberación a
los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los
oprimidos
y proclamar un año de
gracia del Señor.
Jesús cerró el Libro, lo
devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en
él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír.»
Todos daban testimonio a favor
de él y estaban llenos de admiración por las palabras de gracia que salían de
su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?»
Pero Él les respondió: «Sin
duda ustedes me citarán el refrán: "Médico, cúrate a ti mismo."
Realiza también aquí, en tu patria, todo lo que hemos oído que sucedió en
Cafarnaúm.»
Después agregó: «Les aseguro
que ningún profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había
muchas viudas en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis
meses no hubo lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a
ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de
Sidón. También había muchos leprosos en Israel, en el tiempo del profeta
Eliseo, pero ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio.»
Al oír estas palabras, todos
los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron
fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se
levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio
de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
MEDITACION
El
contraste es fuerte: el Espíritu del Señor ha enviado a Jesús a liberar y a
hacer el bien. Sin embargo, su pueblo lo rechaza…
¿Qué puede
haber provocado tal rechazo?
O, más
importante para nosotros: ¿por qué aún se lo rechaza?
Sobre todo
tomando en cuenta que nadie podría estar en contra de quien vino «a llevar
la Buena Noticia los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista
a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia
del Señor»
¿Temor al
cambio o a la libertad?
¿Querer
proteger intereses mezquinos?
¿Ignorancia?
¿Qué
podemos hacer al respecto quienes nos decimos cristianos?
Que nos
compadezcamos de tantos que no han accedido a la Buena Noticia de tu amor
liberador, Señor, y seamos creativos para hacérselos conocer. Así sea.
Buscando vivir una pureza a tu manera: no
externa, sino una que inunde de Paz, Amor y Alegría a los demás,
Miguel
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