1 de Septiembre de 2015
Martes de la Vigésimo Segunda Semana Durante
el Año
Lecturas:
Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11
/ Salmo 26, 1. 4. 13-14 ¡Contemplaré la bondad del Señor!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 31-37
Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad
de Galilea, y enseñaba los sábados. Y todos estaban asombrados de su enseñanza,
porque hablaba con autoridad.
En la sinagoga había un hombre
que estaba poseído por el espíritu de un demonio impuro; y comenzó a gritar con
fuerza; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con
nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios».
Pero Jesús lo increpó,
diciendo: «Cállate y sal de este hombre.» El demonio salió de él, arrojándolo
al suelo en medio de todos, sin hacerle ningún daño. El temor se apoderó de
todos, y se decían unos a otros: «¿Qué tiene su palabra? ¡Manda con autoridad y
poder a los espíritus impuros, y ellos salen!»
Y su fama se extendía por
todas partes en aquella región.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Ayer
meditábamos acerca de los posibles motivos que habría para que la gente rechace
al Señor.
Hoy tenemos
un ejemplo simbólico de aquellos: un demonio impuro que se le opone y le grita
iracundo.
Siguiendo la línea de lo reflexionado con respecto al evangelio del
reciente Domingo, repitamos que, para el Maestro, la impureza está relacionado
no con lo que consumimos, sino con lo que brota desde nuestro interior, y nos
impulsa a hacer de bien, o no, por los demás.
El demonio
sería el espíritu egoísta que muchas veces permitimos que nos domine. Y éste le
dice: «¿Qué quieres de
nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros?», porque
sabe bien que cuando dejamos que su palabra penetre en nosotros, será expulsado
y seremos liberados de los demonios alienantes.
Que podamos
permitir que tu palabra, Señor, mande con autoridad en nuestra vida, para que
nos liberemos de los demonios perversos con los que podemos hacer tanto mal a
los demás y a nosotros mismos. Así sea.
Buscando vivir una pureza a tu manera: no
externa, sino una que inunde de Paz, Amor y Alegría a los demás,
Miguel
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