miércoles, 2 de septiembre de 2015

Jesús, nuestro Dios servidor



2 de Septiembre de 2015
Miércoles de la Vigésimo Segunda Semana Durante el Año

Lecturas:
Colosenses 1, 1-8 / Salmo 51, 10-11 ¡Confiamos en tu misericordia, Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   4, 38-44
    Al salir de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón tenía mucha fiebre, y le pidieron que hiciera algo por ella. Inclinándose sobre ella, Jesús increpó a la fiebre y esta desapareció. En seguida, ella se levantó y se puso a servirlos.

    Al atardecer, todos los que tenían enfermos afectados de diversas dolencias se los llevaron, y él, imponiendo las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. De muchos salían demonios, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero él los increpaba y no los dejaba hablar, porque ellos sabían que era el Mesías.

    Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado.»

    Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.
Palabra del Señor.

MEDITACION

¿Quién no quisiera apropiarse de alguien así y retenerlo para uno/a solo/a?
Pero Jesús, quien está entre nosotros «como el que sirve» (Lc 22,27), no puede dejarse inmovilizar por actitudes egoístas: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado».
¿Qué tal anda nuestro espíritu misionero-servidor?
¿Tenemos una pasión algo semejante por ser portadores de esa Buena Noticia que rompe con las relaciones egoístas e indiferentes entre nosotros y las reemplaza por el servicio, ese nombre concreto y eficaz del amor al prójimo?

Señor, «Tú eres el Hijo de Dios», pero no para ser servido, sino para servir (Mt 20,28). Que eso nos aliente y nos impulse a darle un cambio radical a nuestra vida. Así sea.

Buscando vivir una pureza a tu manera: no externa, sino una que inunde de Paz, Amor y Alegría a los demás,
Miguel

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