PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
6 de Septiembre de 2015
Domingo de la Vigésima Tercera Semana Durante
el Año
Lecturas:
Isaías 35, 4-7
/ Salmo 145, 7-10 ¡Alaba al Señor, alma mía! / Santiago 2, 1-7
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 7, 31-37
Cuando Jesús volvía de la
región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el
territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un
sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la
multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva
le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo:
«Efatá», que significa: «Ábrete». Y en seguida se abrieron sus oídos, se le
soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó
insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos
más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: «Todo lo ha hecho
bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Porque el Señor «todo lo ha hecho bien»
(Ev), si libera de la sordera y la mudez es para que, saliendo de la comodidad
egoísta, «digan a los que están desalentados: “¡Sean fuertes, no teman: ahí
está su Dios!”» (1L), porque «el Señor hace justicia a los oprimidos y da pan a
los hambrientos. El Señor libera a los cautivos» (Sal). ¿No es alentadora la
perspectiva? «¿Acaso Dios no ha elegido a los pobres de este mundo para
enriquecerlos en la fe y hacerlos herederos del Reino?» (2L).
En nuestros
tiempos tan influidos por los números, parecemos observarlo todo bajo el prisma
de la cantidad, despreciando la calidad.
¿Ejemplos?
Las manifestaciones
públicas importan más por la cantidad de asistentes que por la justicia de la
causa; los grandes eventos deportivos terminan siendo recordados más por las
masivas coreografías que por las actuaciones de los atletas; se evalúa a las
estrellas del espectáculo por cuánto público llevan a sus shows y no por la
calidad de éstos; la comunicación interpersonal está en extinción, siendo
reemplazada por los medios electrónicos de masas; incluso hay un fotógrafo que
es famoso no por su habilidad con la cámara, sino por reunir a mucha gente
desnuda.
Por otro
lado, se ha intentando hacer “competir” a los diversos Papas dependiendo de
cuántos fieles congregó cada uno en sus actividades públicas, sin importar el
contenido de sus enseñanzas.
Y en Chile,
cada vez que se acerca el proceso de un censo nacional surge la disputa entre
católicos y evangélicos respecto al número de habitantes del país que se
declararán de una u otra denominación. Pero… ¿quién se interesa por saber cómo
se manifiesta, en hechos concretos, el amor cristiano entre nosotros?
Cualquier
mensaje, también el Evangelio efectivo –ese que se muestra en las obras (cf Stg 2,17)- llega mejor en el cara a cara; sirve más y
toca más al corazón si es personalizado para la circunstancia de quien lo recibe.
Eso parece
querer enseñar Jesús con la forma de efectuar esta intervención al sordomudo: «lo separó de la multitud y,
llevándolo aparte» lo sanó.
Se sabe que
las multitudes obligan a tener actitudes uniformes, por lo que en ellas no
suele haber espacio para la originalidad. Además, el barullo que le es propio
las hace sordas a la palabra de sabiduría y mudas a comunicar compasión y
ternura.
Tal vez
otro motivo de lo poco inspiradores que somos los cristianos de hoy, sea el que
hemos perdido el interés por el contacto personal con todo el universo que
representa cada hermano y las circunstancias que le toca vivir, teniendo como
ideal, en cambio, realizar actividades, mientras más mejor y ojalá pudieran
participar muchos.
Habría que
recordar, entonces, que la vida de fe más cercana a como la enseñó Jesús, según
nos enseña el ejemplo de los primeros discípulos, no es individualista, pero
tampoco de masas sin nombre: es en comunidades, donde todos se conocen y todos
buscan el bien de todos; los creyentes y los que no, especialmente de quienes
tienen necesidades que afecten su dignidad.
Que podamos
alejarnos de la multitud ruidosa y acercarnos a la comunidad que abre los oídos
a tu Palabra y rompe la mudez para proclamarla, Señor. Así sea.
Intentando despertar los oídos y la lengua
a tu mensaje de Paz, Amor y Alegría, hecho vida,
Miguel
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