«Tú lo dices: Yo soy rey.
Para esto he nacido y he venido al mundo:
para dar testimonio de la verdad.
El que es de la verdad, escucha mi voz".»
(Jn 19,37)
El señor Manuel pidió la palabra después de la
invocación al Espíritu Santo en la reunión semanal de la comunidad. Dijo: «Sé
que hoy el asunto principal de la reunión es preparar la visita del obispo a la
parroquia, pero tengo una pregunta urgente. ¿Me permiten?». Con sorpresa, la
dirigente Doña Lucía nos miró, y acogiendo nuestra aprobación dijo: «Claro,
compadre, diga usted».
El señor Manuel preguntó: «Si nuestra
comunidad cambia de obispo, o de sacerdote, o de pastor, ¿tenemos que cambiar
de Dios?». La gente dijo: «¿Qué quiere decir Vd?»
Manuel respondió: «Me explico. El obispo
anterior decía que Dios es amor, que es gracia, gratuito, misericordioso, que
perdona siempre. Y nosotros, en la comunidad vivimos ese Dios. Pero el nuevo
obispo repite cuando viene a visitar la parroquia o al hablar por la radio, que
Dios nos ama, sí, pero que lo importante es cumplir sus mandamientos y esas
tales indulgencias, para que nos perdone. Fui a preguntar al sacerdote qué era
una indulgencia; buscó en un libro y dijo que la indulgencia perdona la culpa
del pecado perdonado. Y añadió que el nuevo obispo es nuestro pastor, y que
debemos obedecer sus deseos y sus leyes. Mi hijo comentó después: “prefiero
aquel Dios amor, ya que el Dios del nuevo obispo, sólo manda, no es gratuito, y
perdona si pagamos intereses y corrección monetaria. No es el Dios de Jesús”.
Me preguntó también qué Dios vamos a seguir ahora y dónde queda nuestra
libertad... Todo eso me preocupa. ¿Cuál es la orientación correcta?»
Doña Antonia comenzó a cantar: «La verdad os
libertará, libertará. No temáis a los poderes que pasan... No temáis a los que
dictan las reglas... La misión del profeta es hablar...». Y Luis y Ángela
cantaron la samba: «Libertad, libertad! Abre tus alas sobre nosotros. Y que la
voz de la igualdad, sea siempre nuestra voz».
Como por arte de magia, el ambiente cambió y,
olvidando la planificación de la visita del obispo, la conversación fue sobre
la libertad. La afirmación repetida era que lo importante es la vida, no la
ley, ya que «creemos que Dios quiere la vida para todos, y que eso nos da la
libertad de escoger y actuar».
El Pastor Juan, que participa siempre en la
comunidad de Manuel sintetizó la conversación con estas palabras: «Todo está
permitido. Pero no todo conviene, ni todo edifica (1Cor 10,23). Cantamos ‘No
temáis’. En la unión de la comunidad está nuestra fuerza, por eso no tenemos
miedo. Éste es el rumbo correcto. Sin olvidar que lo importante es el diálogo,
escuchar y hablar con igualdad y responsabilidad. Las leyes, normalmente
pensadas por los grandes, son para ellos. Esas leyes no edifican, no construyen
por sí mismas. El diálogo, la voz de la igualdad, como canta esa samba, se da
entre nosotros, ¡nos hace libres! Debemos ser profetas, sí, y como ellos,
anunciar y denunciar».
Una compañera añadió: «Jesús dijo: si
permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos y conocerán la
verdad y la verdad les hará libres (Jo 8,32). Continuemos buscando el rumbo
correcto en la Palabra!»
Mercedes
de Budallés Díez, Goiânia, Brasil
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