miércoles, 30 de marzo de 2016

Ver coherencia de vida para creer



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
3 de Abril de 2016
2° Domingo de Pascua de Resurrección

Lecturas:
Hechos5, 12-16 / Salmo117, 2-4. 22-27¡Den gracias al Señor, porque es bueno,porque es eterno su amor! / Apocalipsis1, 9-13. 17-19

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan  20, 19-31
Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas, por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes.» Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: «Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan.»
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!»
Él les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré.»
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe.»
Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!»
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Los apóstoles «solían congregarse unidos en un mismo espíritu» (1L) con la alegría y la confianza de quienes pueden afirmar «¡Hemos visto al Señor!» (Ev), quien «es Dios, y él nos ilumina» (Sal), el mismo que les dice «Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre» (2L). Con esa fuerza fueron capaces de vencer todo tipo de dificultades para hacer crecer la fe a través de la historia y los tiempos.
En general, se tiene una mala opinión de Tomás por la incredulidad que demuestra en este episodio.
Pero… ¿Cómo creemos que hubiesen actuado cualquiera de los otros apóstoles en la misma situación?
O, ¿cómo hubiésemos actuado nosotros, honestamente hablando?
Reconozcamos que, probablemente, de manera similar.
Es que aceptemos que la información que le estaban dando los otros apóstoles, bien podría ser una manifestación de histeria colectiva, como negación del hecho recientemente vivido de ver muerto a su Maestro y, con él, sus esperanzas de un futuro mejor.
Claro, la diferencia es que el resto tuvo acceso antes a las “pruebas” que “el Mellizo” pidió, las que eran obvias de exigir para aceptar una afirmación tan sorprendente como la que le transmitían sus compañeros, pues, nos cuenta el texto que él a ellos «les mostró sus manos y su costado».
Su duda, entonces, no significa que Tomás sea una mala persona; significa, más bien, que utiliza la racionalidad con la que fue dotado.
Entonces, el problema no está en quien recibe el mensaje, sino en los mensajeros, en los anunciadores de la Resurrección: ellos, por algún motivo, no fueron creíbles.
En ese contexto, hoy sería apropiado preguntarnos: si muchos no creen que «Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios», en su vida entregada hasta la muerte y en su Resurrección que da Vida, ¿no será responsabilidad de la forma en que transmitimos la que debiese ser la Buena Noticia, los que decimos creer en ella?

Puede ser porque tal vez se nos ve mucho como repetidores rutinarios de rezos y ritos, pero no suficientemente entusiasmados por tener una actitud compasiva con los hermanos de humanidad, especialmente con aquellos que sufren injusticias y atropellos a su dignidad.
O, en otro extremo, demostramos un entusiasmo muy exterior que es más atemorizante que atrayente por lo fanático, siendo a la vez poco comprensivos con los dolores y las debilidades de los demás.
Es decir, que nuestras actitudes indiferentes, pesimistas y poco solidarias no permiten ver coherencia de vida en los creyentes en la Resurrección del Señor, misericordioso y cercano a todos, para creer que es posible convertir sus vidas de manera de tener «Vida en su Nombre».

Que busquemos llevar a la vida cotidiana, cada vez más y cada vez mejor, los signos de vida nueva que nos provoca la fe en el Dios de la Vida. Así sea.

Tratando de ver los signos de su resurrección en la Paz,elAmor ylaAlegríadel Reino entre nosotros,
Miguel

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